Realizar una tesis sobre: Crónicas japonesas del sur de Jalisco Uno.
Es para mañana porfa ayuda.
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En una comunidad rural, El Mentidero, un equipo de investigación de la Universidad de Guadalajara encontró cuatro tipos de plaguicidas en la orina de estudiantes de la Telesecundaria Venustiano Carranza. A saber: glifosato, 2,4-D, molinato y picloram, sustancias calificadas como tóxicas por la Organización Mundial de la Salud, cuyas repercusiones en el organismo de niños y jóvenes —todos los estudiantes de la muestra lo son— pueden llegar a ser muy graves.
La nota fue luego revisada por la periodista Denisse Maerker en noticieros Televisa, y encontró eco en diversos medios de información: en Plumas atómicas, reconocido por su periodismo de investigación, dedicaron un episodio a tratar el tema desde tres puntos de vista: el análisis del grupo universitario que hizo el hallazgo, el cual externó en todo momento su preocupación por la presencia de estas sustancias en la comunidad; la postura del ayuntamiento, que de una forma más bien oscura accedió a tomar cartas en el asunto (sin decir acciones concretas); y, lo más importante, el punto de vista de los pobladores afectados, madres en su mayoría, externando la preocupación por los padecimientos que sus hijos ya empezaban a mostrar: mareos, visión borrosa, vómitos, fuertes jaquecas, síntomas apenas considerables cuando se comparan con el aumento en las posibilidades de contraer leucemia, mal de Parkinson, o los daños al hígado, al riñón, a los pulmones.
Sin demeritar la labor periodística de los medios citados, debo decir que la pancarta mucho más grande en que se difundió la información no fue lo que llamó mi atención; antes bien, es el origen de la nota lo que, a mi parecer, tuvo una trascendencia imposible de ignorar. El tema surgió en Letra Fría, un medio periodístico autlense que circula por internet, y la autora es una joven autlense llamada Mayra Vargas.
Maay, quien es una destacada periodista en el campo de la investigación, no sólo se dio a la tarea de interrogar a los agentes implicados, sino que tuvo el valor de informar al público sobre un tema que pocos desean tocar: el efecto de los agroquímicos en la salud pública. A conciencia, Maay puso el dedo en una llaga que, desde hace años, está sangrando en todo Jalisco —y decir esto queda muy corto—, señalando puntualmente una verdad que muchos hemos decidido callar, o ignorar de plano, sabedores de los pocos resultados que tienen nuestras quejas: hay un problema con la agricultura en nuestro estado —digo “estado” por pudor—, y sus efectos ya empiezan a visualizarse en los sectores más vulnerables de la población.
Pero el tema me importó por un motivo distinto a las ciencias naturales. Por una coincidencia maravillosa, hizo eco en el recuerdo de una de las autoras japonesas más importantes en la narrativa contemporánea, que dedicó una gran parte de su vida, y de su producción literaria, a la defensa de los pueblos marginados, víctimas de la voracidad de la industria en el siglo XX: estoy hablando de Ishimure Michiko.
Nacida en Kumamoto, en la primera mitad del siglo XX, la vida de Ishimure Michiko estuvo enmarcada por el compromiso social y la educación. Reconocida activista del medio ambiente, produjo más de 50 obras literarias, y recibió numerosos premios internacionales que trajeron su obra al mundo occidental y, de ahí, a Latinoamérica. De entre ellas, Kugai jodo (Desde la ribera del mar de la vida eterna)es, sin duda, una obra fundamental para el pensamiento contemporáneo. En este libro, la autora narra el lento padecer de la pequeña comunidad pesquera de Minamata, ubicada en la costa occidente de Kyūshū. Durante los años sesenta, la llegada de una empresa petroquímica, Nippon Chisso, trajo consigo consecuencias monstruosas, y dio paso a un padecimiento que vino a ser conocido en la posteridad como el “mal de Minamata”.
Al igual que en el Mentidero, las primeras víctimas notables del mal de Minamata fueron los más jóvenes. Cuerpos paralizados por el envenenamiento por metil-mercurio, niños muy pequeños afectados por el padecimiento congénito, con sus miembros deformados, su parálisis cerebral, su incapacidad de llevar una vida normal pues, además de ser portadores del veneno que Chisso vertiera en el agua, eran también huérfanos: sus padres, madres, hermanos habían muerto, o morirían pronto, devastados por la enfermedad. Las víctimas son más bien reticentes a hablar de su dolor, son los doctores, los parientes, los enfermeros y habitantes (aún) sanos de Minamata, los que construyen el escenario caleidoscópico de una tragedia provocada, acaso intencionalmente, por el capitalismo rapaz que iniciaba ya con los procesos de transnacionalización en el área.
Explicación:
AÑO 2019