realizar una lectura similar a la de un ídolo de oro
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
la marcha por la libertad
El 28 de agosto de 1963, Washington fue invadido por personas que marchaban solemne y pacíficamente. Acudieron blancos de todas las clases sociales, desde obreros a importantes dignatarios y celebridades. También se sumaron las Iglesias blancas, los sindicatos internacionales y locales y las organizaciones judías. Pero el verdadero tono lo dio la muchedumbre de negros humildes.
Vinieron de casi todos los Estados de la Unión valiéndose de todos los medios de transporte. La ingente multitud era el corazón vivo, latente, de un movimiento infinitamente noble. Era aquel un ejército sin fusiles, pero no sin fuerza. Era blanco y negro, y de todas las edades. Contaba con partidarios de todas las convicciones, con miembros de todas las clases, todas las profesiones, todos los partidos políticos, unidos por un solo ideal común. Era un ejército luchador, cuya arma más contundente era el amor.
Martin Luther King había llegado a Washington la víspera y pasó la noche en vela preparando su discurso para el día siguiente. Ni los más optimistas podían sospechar que la Marcha llegaría a convocar ese cuarto de millón de personas.
Entraron en la ciudad cantando y se congregaron en la gran avenida frente al Capitolio. Y cuando Martin Luther se presentó para dirigirles la palabra, suspendieron el espiritual que entonaban, un canto que habla de la lucha de John Brown por los derechos de los negros, de la muerte de dos de sus hijos en el empeño, y de su captura y muerte en la horca el 2 de diciembre de 1859. Su nombre se convirtió en leyenda y, en algunos Estados, el aniversario de su muerte es un día de rogativas.
»Yo quiero soñar que un día todo valle será elevado, todo cerro y toda montaña serán aplanados; los sitios ásperos serán alisados, los torcidos serán enderezados. Esta es la esperanza con que retorno al Sur.
»Este será el día en que todos los hijos de Dios podremos cantar con un nuevo significado: “Resuene la libertad”. Resuene la libertad desde las prodigiosas cumbres de New Hampshire. Resuene la libertad desde las majestuosas montañas de Nueva York.
»Cuando hagamos que la libertad resuene en cada poblado y en cada aldea, en cada Estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podamos estrecharnos las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin! ¡Libres al fin!
«Yo sueño que un día, en las rojas montañas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se sentarán juntos a la mesa de la hermandad. »Yo quiero soñar que un día el Estado de Mississippi, un Estado destrozado por las injusticias y deshecho por la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y de justicia. »