Informática, pregunta formulada por geamppier, hace 1 año

realizar una historieta donde representes el amor asia la patria​

Respuestas a la pregunta

Contestado por tulokitoreal396
0

la verdad esa es una pregunta demasiada pensativa para algunos

Contestado por Vannesa7
1

Respuesta:

¿Dónde está nuestro señor

rey del imperio peruano,

que hizo un pueblo soberano

de los desiertos de horror?

Se perdió: ¡Ah qué dolor!

¡Sólo quedan en la memoria

recuerdos para la historia

de su perdida grandeza,

de su proverbial riqueza,

de su poder, de su gloria!

En 1844, un joven hegeliano de izquierdas, Johann Kaspar Schmidt publica, bajo el pseudónimo de Max Stirner, un radical alegato contra el Estado, la religión y la filosofía especulativa con el título de El Unico y su Propiedad (Der Einzige und sein Eigentum). Dice Stirner: "Porque el pueblo no se preocupa más que de mantenerse y de afirmarse, reclama de cada uno una [abnegación patriótica]. El individuo en sí le es indiferente, una nada, y el pueblo no debe hacer, ni aun permitir, que el individuo cumpla lo que sólo él es capaz de cumplir, su realización" (1970, p. 155). Las sociedades, los pueblos, organizados con la forma del Estado, ejercen necesariamente, por la propia lógica de su constitución como entes colectivos, una violencia destructiva sobre el individuo, el único ser que, en esta relación, posee, verdaderamente, un cuerpo que le es expropiado y un espíritu que le es inficcionado de sentimientos moralistas.

Vosotros no sois un cuerpo; tú tienes un cuerpo y tú también y aquel tercero igualmente; pero todos vosotros juntos sois cuerpos y no un cuerpo. Por consiguiente, la Sociedad, admitiendo que sea alguien, tendría muchos cuerpos a su servicio, pero no un cuerpo único que le perteneciese en propiedad. Como "la Nación" de los políticos, no es más que un espíritu, un fantasma, y su cuerpo no es más que una apariencia. (1970, p. 95)

Ese fantasma, pese a su incorporeidad, existe multiplicado, reproducido clónicamente en las conciencias de cada uno.

¿Quién no se ha percatado, consciente o inconscientemente, de que toda nuestra educación consiste en injertar en nuestro cerebro ciertos sentimientos [...]? Cuando oímos el nombre de Dios, debemos experimentar temor; cuando se pronuncia ante nosotros el nombre de Su Majestad el Príncipe, debemos sentirnos penetrados de respeto, de veneración y de sumisión; si se nos habla de moralidad, debemos entender alguna cosa inviolable; si se nos habla del mal o de los malvados, no podemos dispensarnos de temblar, y así sucesivamente. Esos sentimientos son obligatorios y quien, por ejemplo, se deleitase en el relato de las hazañas de malvados, sería azotado y castigado para [enderezarlo por el buen camino]. (1970, p. 61-2)

Pero es preciso añadir que al que se deleita con relatos de malvados no sólo se le castiga, sino que se castiga él mismo sintiéndose culpable. Y la culpa es otro eslabón, quizá el principal eslabón, de la cadena con que se opera la sujeción.

Casi cien años después que Stirner, en 1930, Freud escribe El malestar en la cultura. En las relaciones con la cultura, Freud afirma que "la culpabilidad es la expresión del conflicto de ambivalencia, de la eterna lucha entre Eros y la pulsión de destrucción o de muerte" (1970, p. 74). Creo que donde Freud dice "cultura" puede ponerse, en su lugar, cualquiera de lo que son sus más radicales sinónimos: su rostro institucional como "Estado", su cuerpo pluriforme como "sociedad", su perfil de sujeto histórico como "nación". Como el sentimiento de culpa es la interiorización del conflicto de ambivalencia que está enraizado en el dualismo pulsional, de Eros y Tánatos, de amor y muerte, ese sentimiento de culpa se enmascara, se oculta bajo representaciones que permitan obscurecer la percepción de la ambivalencia. "Así se concibe fácilmente que el sentimiento de culpabilidad, engendrado por la cultura, no se reconozca como tal, sino que permanezca inconsciente en gran parte o se manifieste como un malestar (Unbehagen), un descontento (Unzufriedenheit) que se pretende atribuir a otras motivaciones" (1970, p. 77). Esta artimaña de la cultura es lo que quiere ilustrar Freud al citar como apoyo de su interpretación la famosa frase del monólogo de Hamlet: Thus conscience does make cowards ("Así, la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes", según la traducción de Astrana Marín). Pero esta "cobardía" también representa la muerte de la muerte; es la labor del espía que la cultura, trabajando para Eros, ha instalado en el corazón del individuo, para neutralizar los impulsos valerosos y "generosos" que tiene la "guarnición" patriótica que también reside en el corazón como en una ciudad conquistada.

Explicación:

espero te sirva !!


geamppier: grax bro
Vannesa7: tranqui
geamppier: mm jajjajjaa
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