Realizar una carta con el contenido de la lectura porfa AYUDENME :) Las aventuras de Tom Sawyer (fragmento) Mark Twain .
Se quedó sin respuesta. Tom examinó su último toque con mirada de artista; después dio otro ligero brochazo y examinó, como antes, el resultado. Ben atracó a su costado. A Tom se le hacía agua la boca pensando en la manzana; pero no cejó en su trabajo.
-¡Hola, compadre! -le dijo Ben-.
Te hacen trabajar, ¿eh?
-¡Ah!, ¿eres tú, Ben? No te había visto
. -Oye, me voy a nadar.
¿No te gustaría venir? Pero, claro, te gustará más trabajar.
Claro que te gustará. Tom se le quedó mirando un instante y dijo: -¿A qué llamas tú trabajo?
-¡Qué! ¿No es eso trabajo?
Tom reanudó su blanqueo y le contestó, distraídamente:
-Bueno; puede ser que lo sea y puede que no. Lo único que sé es que le gusta a Tom Sawyer.
-¡Vamos!
¿Me vas a hacer creer que a ti te gusta?
La brocha continuó moviéndose.
-¿Gustar? No sé por qué no va a gustarme.
¿Es que le dejan a un chico blanquear una cerca todos los días?
Aquello puso la cosa bajo una nueva luz. Ben dejó de mordisquear la manzana. Tom, movió la brocha, coquetonamente, atrás y adelante; se retiró dos pasos para ver el efecto; añadió un toque allí y otro allá; juzgó otra vez el resultado. Y en tanto Ben no perdía de vista un solo movimiento, cada vez más interesado y absorto.
Al fin dijo: -Oye, Tom: déjame encalar un poco. Tom reflexionó.
Estaba a punto de acceder; pero cambió de propósito:
-No, no; eso no podría ser, Ben. Ya ves…, mi tía Polly es muy exigente para esta cerca porque está aquí, en la mitad de la calle, ¿sabes?
Pero si fuera la cerca trasera no me importaría, ni a ella tampoco. No sabes tú lo que le preocupa esta cerca; hay que hacerlo con la mar de cuidado; puede ser que no haya un chico entre mil, ni aun entre dos mil que pueda encalarla de la manera que hay que hacerlo.
- ¡Quiá!... ¿Lo dices de veras? Vamos, déjame que pruebe un poco; nada más que una miaja.
Si tú fueras yo, te dejaría, Tom. 35 -De veras que quisiera dejarte, Ben; pero la tía Polly… Mira: Jim también quiso, y ella no le dejó. Sid también quiso, y no lo consiguió.
¿Ves por qué no puedo dejarte? ¡Si tú fueras a encargarte de esta cerca y ocurriese algo!...
-Anda…, ya lo haré con cuidado. Déjame probar. Mira, te doy el corazón de la manzana.
-No puede ser. No, Ben; no me lo pidas, tengo miedo…
-¡Te la daré toda! Tom le entregó la brocha, con desgano en el semblante y con entusiasmo en el corazón.
Y mientras que el ex vapor Gran Misuri trabajaba y sudaba al sol, el artista retirado se sentó allí, cerca, en una barrica, a la sombra, balanceando las piernas, se comió la manzana y planeó el degüello de los más inocentes.
No escaseó el material: a cada momento aparecían muchachos; venían a burlarse, pero se quedaban a encalar. Para cuando Ben se rindió de cansancio, Tom había ya vendido el turno siguiente a Billy Fisher por una cometa en buen estado; cuando éste se quedó aniquilado, Johnny Miller compró el derecho por una rata muerta, con un bramante para hacerla girar; así siguió hora tras hora. Y cuando avanzó la tarde, Tom, que por la mañana había sido un chico en la miseria nadaba materialmente en riquezas. (Twain, s.f., págs. 10-11) F
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
) Las aventuras de Tom Sawyer (fragmento) Mark Twain .Tom examinó su último toque con mirada de artista; después dio otro ligero brochazo y examinó, como antes, el resultado. Ben atracó a su costado
¡Hola, compadre! -le dijo Ben-.
Te hacen trabajar, ¿eh?
-¡Ah!, ¿eres tú, Ben? No te había visto
. -Oye, me voy a nadar.
¿No te gustaría venir? Pero, claro, te gustará más trabajar.
Claro que te gustará. Tom se le quedó mirando un instante y dijo: -¿A qué llamas tú trabajo?
-¡Qué! ¿No es eso trabajo?
Tom reanudó su blanqueo y le contestó, distraídamente:
-Bueno; puede ser que lo sea y puede que no. Lo único que sé es que le gusta a Tom Sawyer.
-¡Vamos!
¿Me vas a hacer creer que a ti te gusta?
La brocha continuó moviéndose.
-¿Gustar? No sé por qué no va a gustarme.
Es que le dejan a un chico blanquear una cerca todos los días?
Aquello puso la cosa bajo una nueva luz. Ben dejó de mordisquear la manzana.
Y en tanto Ben no perdía de vista un solo
Al fin dijo: -Oye, Tom: déjame encalar un poco. Tom reflexionó.
Estaba a punto de acceder; pero cambió de propósito:
-No, no; eso no podría ser, Ben. Ya ves…, mi tía Polly es muy exigente para esta cerca porque está aquí, en la mitad de la calle, ¿sabes?
Pero si fuera la cerca trasera no me importaría, ni a ella tampoco.
No escaseó el material: a cada momento aparecían muchachos; venían a burlarse, pero se quedaban a encalar. Para cuando Ben se rindió de cansancio, Tom había ya vendido el turno siguiente a Billy Fisher por una cometa en buen estado; cuando éste se quedó aniquilado, Johnny Miller compró el derecho por una rata muerta, con un bramante para hacerla girar; así siguió hora tras hora. Y cuando avanzó la tarde, Tom, que por la mañana había sido un chico en la miseria nadaba materialmente en riquezas. (Twain, s.f., págs. 10-11) F