Realizar un cuadro comparativo sobre las dos líneas de investigación por su renombre e implicaciones científicas sociales y éticas.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La ética, que en sus orígenes se denominara “filosofía práctica”, se fue convirtiendo en una disciplina
teórica empeñada en elaborar máximas desarrolladas en forma de complejas cartografías que exploran
conceptos fundamentales, como el bien y el mal, derechos y deberes, autonomía, responsabilidad, justicia
y teleología.Termina por afincarse en tres discursos tradicionales: la ética de virtudes (Aristóteles), la deontología (Kant), y el utilitarismo (Mill). En el transcurso del siglo XIX se despliega la confianza en la ciencia
como fuente de conocimiento basado en la observación y experimentación empírica, en tanto que el cultivo
de las humanidades, la lealtad a las tradiciones y la inspiración religiosa iban perdiendo ascendiente en la
visión de mundo propiciada por la modernidad. En un libro breve, pero de duradera influencia, C.P. Snow1
describió cómo ciencia y humanidades generaban dos culturas divergentes pero de crecimiento asimétrico
por cuanto, al decir de J. Habermas, la razón instrumental está colonizando y asfixiando a la razón comunicativa. Esto, en el contexto de la presente reflexión en que el interés técnico por dominar domina sobre
el interés práctico del entendimiento y el interés comunicativo de la emancipación de los seres humanos2
.
Posiblemente sean las figuras de Max Weber y John Dewey quienes más influyeron para exigir de la ética
filosófica un compromiso por entender y justificar moralmente la praxis del quehacer humano. Del primero
proviene el giro de la tradicional ética de conciencia a una ética de responsabilidad cuyo énfasis está menos
en una doctrina que en requerir que los actos libres sean explicados, justificados, eventualmente compensados cuando afectan a otros. Por su parte, el pragmatismo de Ch. Peirce, W. James y J. Dewey vuelve la espalda
a las grandes verdades y centra sus afanes cognitivos y éticos en fomentar la adaptación del ser humano a
su entorno natural y social. El pragmatismo contemporáneo de H. Putnam y R. Rorty enriquece substancialmente esta visión poética del sujeto, al contrastar el pensamiento platónico que entiende al ser como tendiendo al conocimiento de la verdad, con la visión nietzscheana que propone romper con lo antiguo creando
el nuevo ser en base a un acto de voluntad. La racionalidad moderna y las deconstrucciones postmodernas
han llevado a un verdadero giro pragmático de la filosofía contemporánea, que da cuenta del surgimiento de
las éticas prácticas o aplicadas desde mediados del siglo pasado