Realiza un decálogo que de a conocer las riquezas culturales de nuestro país (COLOMBIA)
Respuestas a la pregunta
Respuesta
1. Amar a Colombia. Ante todo, cada colombiano debe profesar un sincero amor a Colombia. Es un hecho: no somos patriotas. Se nos antoja que el patriotismo es una virtud aburrida, propia de nuestros vecinos, ecuatorianos o venezolanos, pero ajena a nosotros y prácticamente innecesaria. No, Señor. Tenemos que ser patriotas.
2. No criticar. Consecuentemente, el amor a la Patria tiene que traducirse en no criticar, ni globalmente al país, ni particularmente a sus gobernantes y ciudadanos. No critiquemos. Al menos, callémonos.
3.ser realista. A un buen colombiano le viene bien no ser pesimista, pero tampoco optimista gratuito y barato. El punto medio es el ideal: ser realista. Poca imaginación, pocas palabras, y sí muchos hechos positivos.
4. Ser activo. Lo cual quiere decir: trabaje, sea útil, eficiente y responsable. De quejarse no se sigue nada positivo y sí algo muy negativo: que crea rechazo, lo cual no funciona. Al quejumbroso nadie lo recibe ni lo contrata. Cállese y trabaje.
5. Ser creativo. Cualidad absolutamente necesaria siempre pero máxime en estos momentos de violencia y recesión. No se lance a la calle, sin plan en la cabeza, a buscar trabajo. El rebusque es una de las fortalezas más notables y uno de los hechos más originales y esperanzadores de Colombia. Ingéniese, pero pensando y ensayando. Si cuenta con computador, siéntese a rebuscar trabajo en internet.
6. Pagar impuestos. Son muchos los evasores. Da lástima. Evadir impuestos no se tiene por delito ni pecado, sino por habilidad, ingenio, señal de ser listo, inteligente y audaz. No, señor! Quien paga impuestos hace patria, ayuda a activar la economía, crea fuentes de trabajo, de progreso y de solidaridad.
7. No robar! El séptimo, no hurtar. El Robo , a mi juicio, es el mejor capítulo del reciente libro del genial, inteligente y culto ex funcionario de la Unesco Germán Puyana García, santandereano de pura cepa, libro que lleva por título Cómo somos? Los colombianos, obra deliciosamente amarga, deliciosa por su estilo, amarga, por su contenido. Todo colombiano es ladrón, mientras no se pruebe lo contrario. Qué verdad tan cierta y tan triste! Y lo curioso e interesante es que en ningún país del mundo se da la creatividad en las mil formas de robo que practicamos los colombianos. Colaboremos con el nuevo gobierno: empecemos por ser honrados.
8. Respeto a la autoridad. El colombiano, nos cuenta Puyana, es indisciplinado, quebrantador de toda ley al día siguiente de su sanción. Qué notable sería nuestro aporte a la paz y al nuevo gobierno, si colaboráramos todos en ser respetuosos de la legítima autoridad, observantes de las normas de tráfico, cumplidores de las leyes, lo cual supone de parte de los legisladores, que se merezcan el respeto y que produzcan leyes sensatas, eficaces, claras y concisas, en bien de los ciudadanos.
9. Denunciar. Tal deber era raro en Colombia, pero ya empieza a practicarse. Un signo esperanzador. Avisar pronto y a quien corresponda es gran virtud de los norteamericanos y de todo país civilizado. Con ello evitan incendios, robos, estallido de bombas, secuestros. Tómese la pequeña molestia de llamar, actuar, si es el caso, gritar, pero no se quede con los brazos cruzados, criticando a Colombia, al Gobierno, y no haciendo nada por remediar los males. Anote ya el teléfono de la Policía: 112.
10. Creer. Finalmente, sea creyente, vale decir, no egoísta. Salga de sí, de su concha, así sea de nácar, de su campana, así sea de cristal. Ser creyente es una necesidad de primer orden, más que comer, dormir o respirar. Ser creyente es ser generoso, es ir mas allá de sus propias narices. Es creer en Colombia, en sus autoridades, en los ciudadanos. Creer debe traducirse en respetar al orate, al de bajo perfil, al gamín. Creer significa tomar en serio el presente y abrir futuro a sí mismo, a todo ciudadano, al país. Creer es afirmar la existencia de Dios, es adherirse a él, como las raíces se hunden en la madre Tierra, para sacar de ella el jugo vital, la savia que irriga la vida individual y nacional, y proporciona salud, alegría y bienestar.