Realiza dos columnas donde vas anotar en hilera los bueno y malos hábitos de comunicación
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
7 hábitos
Explicación:
1. Carencia de contacto visual. Desde personas ordinarias hasta veteranas (oradores), cometen el error de no mantener un contacto visual significativo y sostenido con los escuchas. Inconscientemente, sus ojos van de un lado a otro, en lugar de ver directamente a los ojos de la persona con la que hablan, estos realizan una inspección del entorno. Una falta de contacto ocular implica una lista de ofensas: insinceridad, desinterés, indiferencia, inseguridad, arrogancia, e incluso te hace ver como una persona sospechosa.
Para conectar visualmente, es importante mantener el contacto ocular con la persona que te escucha, de forma natural y no como un robot. Una comunicación visual efectiva es una de las habilidades no-verbales más importantes de un hablante.
2. Carencia de pausas. Muchos hablantes se apresuran al hablar, como si alguien le pusiera una pistola en la cabeza para que lo hagan más rápido. Cuando quieren hacer un énfasis, no lo hacen de la mejor manera porque se pierde el control a querer disminuir la velocidad. Muchas veces las causas son ansiedad, adrenalina, o que simplemente la persona habla rápido. Independientemente de la razón, existen tres momentos en los que definitivamente debes realizar una pausa: antes y después de decir algo muy importante; antes y después de una transición entre un punto clave y otro; y cuando empiezas y terminas de hablar.
Cuando usas el silencio de forma consciente como un arma retórica, te verás como una persona más segura, tu mensaje será más impactante, y el oyente recordará más de lo que dices.
3. Las palabras de relleno. Quizás tú… ummm … dices mucho … ehhh … y demás expresiones de forma abusiva en tu mensaje. Quizás tengas el mejor sermón del mundo, pero abusar de estas expresiones o palabras te hacen ver como que no tienes idea de lo que hablas. Pierdes credibilidad.
Compara estos dos ejemplos:
Jesús es, umm, como, el único camino al cielo. Así que, ehhh, arrepiéntete.
Jesús es el único camino al cielo. Así que arrepiéntete.
¿Ves la diferencia? Las palabras o expresiones de relleno impactan negativamente sobre tu credibilidad. Te roban tu seguridad y convicción.
4. Movimientos que distraen. Quizás tienes algo gracioso que haces con tus manos el cual distrae o es innecesario. Movimientos y gestos repetitivos que no conectan con lo que dices muestran lo nervioso que estas, pero incluso peor, son muy distractivos.
5. Reírse por todo. Esto puede tomar algunas formas diferentes, pero de cualquier forma se hace molesto cuando ocurre de forma exagerada. En esos momentos las personas que te escuchan piensan: “¿Qué es tan gracioso?”. A menudo estas “risas” son gestos de protección que se originan cuando una persona tiene nervios de comunicar un mensaje. La clave es aprender a tomar un respiro al hablar, y usar tus manos (sin caer en el punto 4).
6. Terminar las frases en tono de interrogación. Este hábito no cuenta si así es como se habla en tu comunidad o ese es tu acento. Pero, si no es el caso, también es uno de esos que resta seguridad a tu mensaje.
En lugar de afirmar con firmeza un mensaje que quieres dejar en claro, más bien parece que lo estas dudando o necesitas aprobación de ello. Piensa, por ejemplo, en una reunión de trabajo donde quieras explicar tus ideas. Ahí te conviene hacerte ver como una persona segura y convincente.
7. Interrumpir o adivinar el mensaje del interlocutor. Transmite falta de paciencia. A menos que estén en ese momento donde pareciera que sus mentas han conectado y pareciera que esa persona habla desde tu mente, no es un hábito que agrade.
Intenta darle a la persona el tiempo prudente para que transmita su mensaje. Escucha, sé paciente.