Realice un análisis o ensayo corto sobre el texto "La visión científica del mundo"
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La concepción científica del mundo puede ser caracterizada por dos rasgos: “Primero, es empirista y positivista: hay solo conocimiento de la experiencia que se basa en lo dado inmediatamente…; Segundo… se distingue por la aplicación de un método determinado, a saber, el del análisis lógico”. Asimismo, el trabajo científico aspira al ideal de la ciencia unificada por medio de “… un sistema de fórmulas neutral, de un simbolismo liberado de la escoria de los lenguajes históricamente dados… Se persiguen la limpieza y la claridad, rechazando las distancias oscuras y las profundidades inescrutables” (Asociación Ernst Mach, 2002, p. 115).
Han sido criticados los intentos por reducir la ciencia a un cuerpo unificado y coherente, así como la visión lineal y jerárquica de las tesis del “Círculo de Viena”. Sin embargo, es innegable la influencia que todavía tienen, no tanto en lo referido al enfoque epistemológico, pero sí a ciertos elementos de la praxis científica. Además, favorecieron el desarrollo de una filosofía de la ciencia, actualmente reconocida como una disciplina autónoma, que permite analizar cómo funciona y cuál es el sentido de la ciencia. Durante el siglo XX esta línea de reflexión ha sido muy fructífera. Mencionaremos, de manera muy breve, las ideas principales de dos pensadores fundamentales: Thomas Kuhn y Paul Feyerabend.
Thomas Kuhn (1922 - 1996) problematizó el funcionamiento de la ciencia a partir de períodos a los que denominó “ciencia normal”. Estos períodos se ven alterados por momentos revolucionarios que introducen el cambio en el conocimiento. Lo que caracteriza a un período de ciencia normal es el predominio de una matriz disciplinaria que define los enfoques, problemas y procedimientos bajo los cuales la comunidad científica realiza sus investigaciones. Esta matriz deviene en paradigma y funciona tal cual lo hacen las cosmovisiones, es decir, como concepciones cuyas explicaciones son asumidas casi sin dudas por sus creyentes.
En este momento se impone entre los científicos un pensamiento convergente que les impide cuestionar sus procesos. Aún más: “Entre los objetivos de la ciencia normal no hay ninguno que exija nuevos tipos de fenómenos, y en realidad los que no encajan en esos compartimentos frecuentemente ni siquiera se ven” (Kuhn, 2015, p. 134). Por tal razón, el cambio en la tradición científica se presenta cuando el paradigma vigente deviene ineficiente para resolver las anomalías que se han ido dejando de lado. Esta acumulación genera un período en el cual el paradigma aceptado entra en crisis, su efectividad es puesta en duda, y se abre la posibilidad para una “revolución científica”.
De esta manera Kuhn cuestionaba una de las percepciones más enraizadas acerca del conocimiento. Nos estamos refiriendo a la visión cumulativista de la ciencia; es decir, la idea de que la ciencia en su desarrollo incrementa sus conocimientos como si se tratase de una línea de evolución y progreso constantes. A contracorriente, para Kuhn: “la mayoría de los descubrimientos y las teorías nuevas en las ciencias no son meras adiciones al acopio existente de conocimientos científicos” (1996, p. 249). Tampoco suceden porque teorías más generales van subsumiendo a otras; sino por “saltos” (revoluciones), debido a las limitaciones de la ciencia normal. El pensamiento divergente y la libertad para tomar caminos diferentes son fundamentales para reorientar el conocimiento. La historia del progreso científico es la historia de la discontinuidad.
Una de las principales herencias del Círculo de Viena es el monismo metodológico que predomina en las investigaciones. Este supone la aplicación de una metodología estructurada a partir de principios rígidos e inalterables que el investigador debe respetar con imperiosa fidelidad. Paul Feyerabend (1924 – 1994) en su obra “Contra el Método” realizó una de las críticas más duras a este pilar del racionalismo científico:
“La idea de un método que contenga principios firmes, inalterables y absolutamente obligatorios que rijan el quehacer científico tropieza con dificultades considerables al ser confrontada con los resultados de la investigación histórica… No hay una sola regla, por plausible que sea, ni por firmemente basada que esté en la epistemología que venga, que no sea infringida en una ocasión u en otra” (Feyerabend, 1981, p. 15).