Historia, pregunta formulada por azul6450, hace 1 mes

quiero referencia completa de la fuente El final Del Socialismo.


Respuestas a la pregunta

Contestado por FBI503
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Respuesta: El socialismo es una corriente filosófica política, social y económica, y una ideología, que abarca una gama de sistemas socioeconómicos caracterizados por la propiedad social de los medios de producción​​​ y la autogestión de empresas por parte de los trabajadores.

Esta ideología fue una de las grandes razones por las que la revolución rusa había comenzado ya que esta encabezada por Lenin proponía a los ciudadanos vivir equitativamente en la sociedad y desintegrar la monarquía.

Explicación:

Contestado por dilangonzalez111288
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Explicación:

El final del socialismo – Hobsbawm, Eric (2007) Historia del siglo XX. Pp. 393-423.

En vez de convertirse en uno de los gigantes del comercio mundial, la Unión Soviética parecía estar en regresión a escala internacional. En 1960 sus principales exportaciones habían sido maquinaria, equipamiento, medios de transporte y metales o manufacturas metálicas, pero en 1985 dependía básicamente de sus exportaciones de energía (53%), esto es, de petróleo y gas. Paralelamente, casi el 60% de sus importaciones consistían en maquinaria, metales y artículos de consumo industriales.

De hecho, hacia los años setenta estaba claro que no sólo se estancaba el crecimiento económico, sino que incluso los indicadores sociales básicos, como la mortalidad, dejaban de mejorar. Esto minó la confianza en el socialismo quizás más que cualquier otra cosa, porque su capacidad para mejorar las vidas de la gente común mediante una mayor justicia social no dependía básicamente de su capacidad para generar mayor riqueza.

En esa misma época otro síntoma evidente de la decadencia de la Unión Soviética se refleja en el auge del término nomenklatura. El término nomenklatura, prácticamente desconocido antes de 1980, excepto como parte de la jerga administrativa del PCUS, sugería precisamente las debilidades de la egoísta burocracia del partido en la era de Brezhnev: una combinación de incompetencia y corrupción. Y se hizo cada vez más evidente que la Unión Soviética funcionaba, fundamentalmente, mediante un sistema de patronazgo, nepotismo y pago.

Los años de Brezhnev serían llamados «años de estancamiento» por los reformistas, esencialmente porque el régimen había dejado de intentar hacer algo serio respecto de una economía visiblemente en decadencia.

La crisis petrolífera tuvo dos consecuencias aparentemente afortunadas. A los productores de petróleo, de los que la Unión Soviética era uno de los más importantes, el líquido negro se les convirtió en oro. Era como tener un billete ganador de la lotería cada semana. Los millones entraban a raudales sin mayor esfuerzo posponiendo la necesidad de reformas económicas y permitiendo a la Unión Soviética pagar sus crecientes importaciones del mundo capitalista occidental con la energía que exportaban.

A principios de los años 80 la Europa oriental se encontraba en una aguda crisis energética. Esto, a su vez, produjo escasez de comida y de productos manufacturados (salvo donde, como en Hungría, el país se metió en mayores deudas, acelerando la inflación y disminuyendo los salarios reales). Esta fue la situación en que el «socialismo realmente existente» en Europa entró en la que iba a ser su década final. La única forma eficaz inmediata de manejar esta crisis era el tradicional recurso estalinista a las restricciones y a las estrictas órdenes centrales, al menos allí donde la planificación central todavía seguía funcionando, cosa que ya no sucedía en Hungría y Polonia.

Pero desde mediados de los años setenta tuvo que enfrentarse [el gobierno polaco] a un movimiento de trabajadores organizados políticamente y apoyado por un equipo de intelectuales disidentes con ideas políticas propias, ex marxistas en su mayoría, así como a una Iglesia cada vez más agresiva, estimulada desde 1978 por la elección del primer papa polaco de la historia, Karol Wojtyla,

O bien los rusos se decidían a intervenir [en Polonia] o, sin tardar mucho, el régimen tendría que abandonar un elemento clave para los regímenes comunistas: el sistema unipartidista bajo el «liderato» del partido estatal; es decir, tendría que abdicar. Mientras el resto de los gobiernos de los países satélites contemplaban nerviosos el desarrollo de los acontecimientos, a la vez que intentaban evitar, vanamente, que sus pueblos los imitaran, se hizo cada vez más evidente que los soviéticos no estaban ya preparados para intervenir.

Prohibidas o semilegalizadas (gracias a la influencia de editores valientes como el del famoso diario Novy Mir), la crítica y la autocrítica impregnaron la amalgama cultural de la Unión Soviética metropolitana en tiempos de Brezhnev, incluyendo a importantes sectores del partido y del Estado, en espacial los servicios de seguridad y exteriores. La amplia y súbita respuesta a la llamada de Gorbachov a la glasnot («apertura» o «transparencia») difícilmente puede explicarse de otra manera.

[La URSS] era el viejo imperio zarista con una nueva dirección. De ahí que antes de finales de los años 80 no hubiera síntomas serios de separatismo político en ningún lugar, salvo en los países bálticos (que de 1918 a 1949 fueron Estados independientes).

Social y políticamente, la mayoría de la Unión Soviética era una sociedad estable, debido en parte, sin duda, a la ignorancia de lo que sucedía en otros países que le imponían las autoridades y la censura, pero no sólo por esta razón. […] De donde quiera que viniese la presión para el cambio en la Unión Soviética, no fue del pueblo.

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