Quiero la historia de la florecilla y la nube
Respuestas a la pregunta
rayos la tierra, una pobre florecilla se sentía morir de sed e imploraba con voz quejumbrosa:
- ¡Una gota, una gota de agua! ¡Tan solo una gotita, que me muero de sed!
Pero nadie le hacía caso y la pobre florecilla se iba consumiendo por la sequedad del ambiente y por el insoportable calor del sol.
Paso por allí una nube, una sola nube, negra en medio de un cielo limpísimo. La florecilla la vio y sintió estremecimiento de alegría, alzó su cabeza y con todas las fuerzas que le quedaban se puso a gritar: - ¡Una gotita, una gotita de agua!
Al principio, la nube pareció no haber oído aquella voz implorante, pero luego se detuvo, observó un rato y le preguntó:
- ¿Qué quieres? ¿Quién eres? ¿Dónde estás?...
- Estoy aquí- respondió la florecilla- soy una pobre flor que se muere de sed. ¡Ten compasión de mí! Dame una sola gota de tu agua. ...
- No puedo detenerme ¡no tengo tiempo! Mañana volveré a pasar por aquí y quedarás satisfecha.
La infeliz no tuvo fuerzas para resistir más; inclinó poco a poco su cabeza, se replegó sobre sí misma como para dormir, se abatió hasta el suelo y, sin decir palabra, expiró.
Al día siguiente, la nube pasó por el mismo sitio y empezó a buscar a la florecilla, pero fue en vano; en su lugar no vio más que un montoncito de
hojas secas, quemadas por el sol.
Respuesta: Un día de enero, mientras el sol abrasaba con sus ardientes
rayos la tierra, una pobre florecilla se sentía morir de sed e
imploraba con voz quejumbrosa:
- ¡Una gota, una gota de agua! ¡Tan solo una gotita, que me
muero de sed!
Pero nadie le hacía caso y la pobre florecilla se iba consumiendo
por la sequedad del ambiente y por el insoportable calor del sol.
Paso por allí una nube, una sola nube, negra en medio de un cielo
limpísimo. La florecilla la vio y sintió estremecimiento de alegría,
alzó su cabeza y con todas las fuerzas que le quedaban se puso a
gritar: - ¡Una gotita, una gotita de agua!
Al principio, la nube pareció no haber oído aquella voz implorante, pero luego se detuvo,
observó un rato y le preguntó:
- ¿Qué quieres? ¿Quién eres? ¿Dónde estás?...
- Estoy aquí- respondió la florecilla- soy una pobre flor que se
muere de sed. ¡Ten compasión de mí! Dame una sola gota de
tu agua. ...
- No puedo detenerme ¡no tengo tiempo! Mañana volveré a
pasar por aquí y quedarás satisfecha.
La infeliz no tuvo fuerzas para resistir más; inclinó poco a
poco su cabeza, se replegó sobre sí misma como para
dormir, se abatió hasta el suelo y, sin decir palabra, expiró.
Al día siguiente, la nube pasó por el mismo sitio y empezó a
buscar a la florecilla, pero fue en vano; en su lugar no vio más que un montoncito de
hojas secas, quemadas por el sol.
Explicación: