¿Quiénes organizaban y qué beneficios obtenían los conquistadores?
Respuestas a la pregunta
Las empresas conquistadoras tuvieron un carácter privado. Fueron financiadas por sus participantes, que aportaban con su capital y sus armas. El Estado español sólo se encargó de organizar, vigilar y administrar los nuevos territorios. Los conquistadores no fueron soldados profesionales.
Respuesta:
Si hubieran gritado tanto en la realidad histórica como lo hacen en las películas o teleseries que fabrican sobre ellos, los conquistadores españoles hubieran sido incapaces de comunicarse. Por supuesto que las imágenes que se difunden de modo habitual en las pantallas, habitadas por machotes sucios, barbados, fuera de sí salvo para torturar, responden a que escritores y cineastas del ámbito de la cultura en español han carecido por lo general del valor -y la ambición- necesarias para romper con las «verdades cansadas» de la leyenda negra. También en este campo la ficción resulta más aburrida y plana que la historia. Al sufrido espectador -de cine, televisión, teatro, videojuego, teléfono móvil- le cuentan una y otra vez que «sus antepasados españoles» fueron la hez de la humanidad , asesinos en serie de los pobrecitos indios , que vivían antes de 1492 en el balneario perfecto del buenismo indigenista. Le escamotean así la narración de la primera globalización, protagonizada por España.
¿Cuál es el origen de estas ficciones? ¿Resulta una causalidad que el modelo visual de los últimos cuarenta años sobre la conquista de América sea una película alemana, «Aguirre, la cólera de Dios» (1972), de Werner Herzog. Como se recordará, este gran director cuenta con poca exactitud, y el psicótico Klaus Kinski en el papel protagonista, las andanzas del guipuzcoano Lope de Aguirre por el Amazonas en 1561. Es bien sabido que Kinski y Herzog (este rodó en 1999 el documental «Mi enemigo íntimo» sobre sus peripecias) no se mataron de milagro. Kinski fue elegido porque le apetecía interpretar a «un salvaje, loco y desvariado», a cambio de un tercio del magro presupuesto. En una ocasión disparó hacia un grupo que jugaba a las cartas, e hirió a uno de los extras. Una inundación, oportunamente filmada en el Ucayali peruano, destruyó las embarcaciones. Los monos sueltos de la última escena fueron recapturados por el director, que no podía pagarlos, fingiendo ser veterinario. La poética visual de Herzog es tradicional, puesto que remite al punto de vista sobre la naturaleza establecido a comienzos del siglo XIX por el viajero prusiano Alejandro de Humboldt. La selva es un lugar infernal y al tiempo paradisíaco, amenazador y terrible. Se trata de un «paisaje desposeído» de humanidad. Pero también es innovadora. El director proyecta en la película la contracultura cinematográfica del 68, con distorsiones de tiempo y espacio, o músicas demenciadas que remiten a límites perceptivos y estados lisérgicos.
Explicación:
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