¿Quiénes imponen las pautas a seguir en el consumo, moda y alimentación?
we es para un examen
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La dieta, junto con la actividad física, es uno de los principales determinantes del
estado de salud de las personas, ejerciendo un papel relevante en el desarrollo de las
enfermedades crónicas más prevalentes de nuestro tiempo, como la obesidad, el
cáncer y las patologías cardiovasculares. Hasta un tercio de las muertes por cáncer y
una cifra superior de las causadas por enfermedades cardiovasculares (ECV) se
atribuyen a los hábitos alimentarios y de actividad física y otros factores de riesgo
estrechamente relacionados con los mismos, como la hipertensión arterial, la
arteriosclerosis, la diabetes y la obesidad. Aunque la carga genética determina una
mayor o menor susceptibilidad individual o propensión a padecer cada una de estas
enfermedades, la mayor parte de las diferencias individuales en el riesgo de desarrollar
obesidad, cáncer o ECV y de las variaciones poblaciones en la incidencia y prevalencia
de estas enfermedades se debe a factores relacionados con los estilos de vida. Seguir
un patrón de alimentación saludable, como la dieta mediterránea u otras de
características similares, junto con un estilo de vida físicamente activo, que permitan
mantener el peso dentro de un rango considerado saludable, contribuyen a reducir
el riesgo de desarrollar cáncer y ECV, aumentando la calidad y esperanza de vida1
.
Durante las últimas décadas, en España se ha producido un abandono progresivo
de la dieta mediterránea, en paralelo a un aumento del consumo de alimentos
procesados altamente energéticos, que se caracterizan por su alto contenido en grasas
de mala calidad, azúcares o sal y por su bajo contenido en otros nutrientes necesarios
para el desarrollo y el mantenimiento de un buen estado de salud. Este cambio de
patrón alimentario está vinculado con la amplia disponibilidad y la intensa presión
comercial para promover el consumo de alimentos procesados altamente energéticos.
Los sectores de alimentación y bebidas españoles invirtieron 631 millones de euros
en publicidad en 20102
. El mismo año, la Organización Mundial de la Salud (OMS),
consciente de los efectos perniciosos de la publicidad sobre los hábitos alimentarios
de la población, y de la infancia en particular, alentó a los Estados Miembros a
promover políticas para reducir el impacto sobre los niños de la promoción de
alimentos ricos en grasas saturadas, ácidos grasos hidrogenados, azúcares libres o
sal3
.
Explicación: