QUIEN ME AYUDA PORFAVOR!!?? es para hacer un resumen de el siguiente texto, os lo agradecería.
TEXTO DE COMPRENSIÓN LECTORA
Obsolescencia deseada
Durante la última semana he llevado dos teléfonos en el bolsillo. Ya sé que no es una hazaña de las de poner en el curriculum. Muchos llevan a diario dos teléfonos en el bolsillo todos los días (trabajo y personal) pero en mi caso sólo uno de ellos funcionaba como teléfono. A raíz de un debate en Twitter, Manuel Ángel Méndez me retó a volver a usar el iPhone original (el de 2007) como mi teléfono único. Junto a él llevaba mi iPhone actual, el 4S, pero lo he usado únicamente como cámara de fotos ocasional porque la del iPhone es de muy poca resolución y sensibilidad.
El mundo de la informática, y ahora por extensión el de la telefonía móvil, se mueve a una velocidad de vértigo. Cada 18 meses se dobla el número de transistores que es posible integrar en un procesador, reza la famosa ley de Moore, y por consiguiente prácticamente cada año tenemos la posibilidad de tener en nuestras manos un producto más potente por el mismo precio, o menos, que pagábamos el pasado. Leyes similares de aceleración existen sobre el almacenamiento o la calidad de las pantallas. Lo único que parece no avanzar igual de rápido es la capacidad de las baterías. Este avance ocurre en otras industrias y mercados también, desde la automoción a los electrodomésticos, pero no al mismo ritmo ni con un efecto tan evidente.
Que se sepa que un teléfono o un PC el año que viene vaya a ser más potente, sin embargo, no quiere decir que la obsolescencia se haya programado o que el dispositivo se vuelva inútil pasados uno, dos, tres o más años. En la mayoría de los casos se puede seguir usando con la misma funcionalidad o más que cuando se adquirió
A estas alturas ya se puede imaginar como encaja todo esto. Mi posición frente a la de Manuel Ángel es que un smartphone de hace cinco años puede seguir siendo igual de útil en el día a día que cuando se adquirió. Lo que ha cambiado son nuestras expectativas de lo que puede y debe hacer un teléfono. Del mismo modo el ordenador de hace cinco años hace exactamente lo mismo que hacía entonces, lo que ocurre es que todo el entorno ha evolucionado (las páginas web tienen gráficos más pesados y más resolución, los juegos son más complejos,…) y la sensación es que el producto está obsoleto. Somos nosotros los que le ponemos la etiqueta porque vemos la ventaja (o pensamos que la hay) de usar una herramienta más rápida y capaz.
Y esa es la clave del asunto. En la prensa tecnológica nos hemos hartado de contar como el smartphone se está convirtiendo en el nuevo móvil por defecto de la mayoría de la población. Sin embargo seguimos pensando en él como un producto que sólo interesa a los llamados «early adopters» y que por tanto se cambia cada año o dos años. Esta transformación del mercado viene con consecuencias que hasta ahora no hemos experimentado y una de ellas es la de que los ciclos de vida más largos. El Motorola Razr V3, móvil sencillo bastante popular, salió a la venta en 2004 pero Motorola vendió más de la mitad de unidades a partir del año 2006. Ahora vamos a empezar a ver cosas parecidas dentro del mundo de los smartphones. A lo mejor no serán ciclos tan largos como el del Razr pero sin duda hay muchas personas que no necesitan cambiar de teléfono o tableta cada año (ni cada dos, como «mandan» los contratos de permanencia) y que aunque quieren y usan las características de un smartphone – navegan por la web y descargan aplicaciones- no tienen por qué comprar necesariamente el último modelo.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Muchos llevan a diario dos teléfonos en el bolsillo todos los días pero en mi caso sólo uno de ellos funcionaba como teléfono. A raíz de un debate en Twitter, Manuel Ángel Méndez me retó a volver a usar el iPhone original como mi teléfono único. Junto a él llevaba mi iPhone actual, el 4S, pero lo he usado únicamente como cámara de fotos ocasional porque la del iPhone es de muy poca resolución y sensibilidad. El mundo de la informática, y ahora por extensión el de la telefonía móvil, se mueve a una velocidad de vértigo.
Cada 18 meses se dobla el número de transistores que es posible integrar en un procesador, reza la famosa ley de Moore, y por consiguiente prácticamente cada año tenemos la posibilidad de tener en nuestras manos un producto más potente por el mismo precio, o menos, que pagábamos el pasado. Que se sepa que un teléfono o un PC el año que viene vaya a ser más potente, sin embargo, no quiere decir que la obsolescencia se haya programado o que el dispositivo se vuelva inútil pasados uno, dos, tres o más años. Lo que ha cambiado son nuestras expectativas de lo que puede y debe hacer un teléfono. Del mismo modo el ordenador de hace cinco años hace exactamente lo mismo que hacía entonces, lo que ocurre es que todo el entorno ha evolucionado y la sensación es que el producto está obsoleto.
En la prensa tecnológica nos hemos hartado de contar como el smartphone se está convirtiendo en el nuevo móvil por defecto de la mayoría de la población. Sin embargo seguimos pensando en él como un producto que sólo interesa a los llamados «early adopters» y que por tanto se cambia cada año o dos años. El Motorola Razr V3, móvil sencillo bastante popular, salió a la venta en 2004 pero Motorola vendió más de la mitad de unidades a partir del año 2006.