quien me ayuda en esto:Licio, el esclavo Licio era un hombre joven que se había convertido en esclavo luego de perder sus cosechas por culpa de una plaga que atacó su campo. Era costumbre en su tierra, en Asia, que los hombres que no podían afrontar sus deudas, pagaran con su libertad. A él lo compró un rico terrateniente griego llamado Anaxímeres en el mercado de la ciudad de Atenas. Anaxímeres, que vivía en una bella mansión de dicha ciudad, se dedicaba junto con otros terratenientes al gobierno de Atenas. Pero su riqueza provenía de las aceitunas, los aceites y los vinos que se producían en sus campos, que estaban en los alrededores de la ciudad. Allí fue llevado el esclavo Licio para trabajar en los olivares. Cuando Licio llegó a la finca descubrió que no había ríos a la vista, como era común en su tierra y que apenas se divisaban algunas pequeñas parcelas cultivadas en los valles. El clima era muy caluroso y seco, pero corría una brisa fresca que le recordó que estaba cerca del mar. En el campo había varias personas trabajando en los olivares. Los hombres tenían aspecto de estar muy cansados y tristes. Entonces se acercó otro hombre con una vara en la mano y de muy mala manera le dijo que se incorporara a la cuadrilla de esclavos. Licio, que no estaba acostumbrado a la esclavitud, le preguntó al hombre de la vara por qué había tantos esclavos en el campo. -Porque sin esclavos no se puede trabajar la tierra - respondió el hombre sorprendido por la pregunta. - Aquí, los terratenientes no quieren saber nada de trabajar la tierra y por eso compran esclavos. Ya no preguntes más. iA trabajar: gritó amenazadoramente. Pero Licio insistió con otra pregunta: - ¿Usted es el dueño de estos hombres? ¿Usted es quien me compró? - No, qué va, yo también soy esclavo - dijo el hombre de la vara un poco apenado-, pero como sé hablar griego me pusieron de capataz, y si tenés suerte puede que te ocurra lo mismo porque te defendés bastante bien con el idioma. En cambio éstos - señalando a los otros esclavos- son como animales que no reconocen el idioma de sus amos. Y pegó con la vara al aire para asustar a los otros. Recién en ese momento Licio reparó en que todos los esclavos eran extranjeros como él y el capataz, y que la mayoría desconocía el griego, que era el idioma de los amos. licio terminó su día de trabajo con la puesta del sol, y de camino a las barracas donde dormían los esclavos, vio a otros hombres trabajando en un huerto. Se acercó al capataz para preguntarle si ésos también eran esclavos. - No, son campesinos pobres, son griegos y libres. iBah! Libres es una forma de decir porque en realidad son tan pobres como nosotros y también tienen que trabajar para los terratenientes. Y ya no te acerques para hacerme preguntas porque vas a meterme en problemas. Licio le pidió disculpas y se quedó pensando que esos campesinos pobres vivían mucho mejor que él. Aunque tuviesen que trabajar para los terratenientes, eran dueños de sí mismos, nadie podía comprarlos ni venderlos. Tenían algo maravilloso que él había perdido: la libertad.
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yo ya la respondí pero en otro lugar
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