QUIEN LE DIO FIN A LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS? POR FA LO NECESITA
Respuestas a la pregunta
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Paz de Westfalia
La Guerra de los Treinta Años terminó con la paz de Westfalia, congreso europeo en el cual estuvieron representados el emperador y los príncipes de Alemania, los reyes de España, Francia, Suecia y Dinamarca: las Provincias Unidas de Holanda, la república de Venecia y el papa.
Los tratados fueron firmados simultáneamente, el 24 de octubre de 1648, en las ciudades de Osnabruck, donde se había discutido la cuestión religiosa, y Munster, en la que se debatieron los asuntos políticos.
Las cláusulas de los tratados de Westfalia se hicieron extensivas a tres cuestiones: lª, al estado religioso de Alemania; 2ª, a su situación política, y 3ª, a la paz europea.
Estado religioso de Alemania
Subsistió la reserva eclesiástica, pero fueron reconocidos y consagrados los derechos de los protestantes, haciéndose extensivos a los calvinistas, manteniéndose como válidas las secularizaciones anteriores a 1624.
En lo sucesivo el alto tribunal de justicia del Imperio quedaría constituído con igual número de jueces protestantes que católicos.
Situación política de Alemania
Alemania continuó siendo una federación de Estados bajo la soberanía del Emperador.
Concedíase la libertad religiosa a los príncipes de cada Estado; pero no a sus súbditos, quienes venían obligados a profesar la religión oficial: cujus regio ejus religio; pero príncipes y ciudades adquirían mayor poder político, es decir, los derechos llamados de regalía (impuestos, moneda, ejército, derecho de paz o de guerra, alianzas, etc.) y los asuntos comunes pasaban a poder de la Dieta, quedando el emperador reducido a ordenar el cumplimiento de sus decisiones.
Paz europea
Quedó reconocida la independencia de las Provincias Unidas de Holanda.y la de los Cantones Suizos, Francia adquirió Metz, Toul y Verdun, parte de Alsacia y - de hecho - el dominio del Artois.
Suecia adquirió la Pomerania y algunas islas y plazas del Báltico.
Los príncipes alemanes protestantes, aliados de Francia y Suecia, recibieron compensaciones, y algunos de ellos, como el elector de Brandeburgo (Federico Guillermo), adquisiciones territoriales importantes, origen del futuro reino de Prusia.
La paz no contentó a nadie.
Los católicos, quejosos de la pérdida de los bienes de la Iglesia; los protestantes, irritados por el mantenimiento de la reserva eclesiástica, que no les permitía adquirir nuevos bienes.
El papa protestó contra la usurpación de los bienes eclesiásticos, primera y principal causa de la guerra, y declaró nulo el tratado.
La cuestión religiosa era en realidad secundaria, puesto que no fue más que el medio de que se sirvieron los beligerantes para atraerse aliados.
Ninguno de los adversarios batallaba por la libertad de conciencia, pues todos pretendían imponer su religión; pero la imposibilidad de conseguirlo determinó cierta tolerancia, extensiva únicamente a los príncipes y a las tres religiones: católicos, luteranos y calvinistas.
El resultado capital de la guerra fue político, a saber: la derrota del imperialismo austriaco, en provecho del espíritu particularista de los príncipes alemanes y de la hegemonía de Francia en Europa.
Alemania, presa durante treinta años de una soldadesca desenfrenada, perdió dos tercios de su población y no pudo reponerse de sus desastres hasta mucho tiempo después