Quién fue el recopilador del canto llano
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El término canto llano designa a la música vocal tradicional de las liturgias cristianas, el cual es oficial del rito romano. Este es por esencia monódico, es decir, consta de una única línea melódica, y generalmente se canta a capella. Se articula mediante un ritmo libre, el cual es esencial según todo tratado antiguo que versa a este respecto. Habitualmente era interpretado en un contexto monástico, donde era enseñado por cantores especializados formados en la Schola Cantorum instituida, según dice la tradición, por San Gregorio, con la constitución de las catedrales y el establecimiento de la profesión de maestro de capilla. En este último va a recaer la enseñanza del canto llano y de este modo va a formularse como parte integral de la liturgia romana común de la Iglesia católica en lugares tan lejanos de Europa como las misiones jesuítas en el Paraguay.
El canto es una de las expresiones primordiales de la liturgia, la cual puede ser considerada como un tributo colectivo (asamblea), público y oficial de alabanza ofrecido a Dios por una iglesia, y en el rito romano este canto es el llamado «gregoriano»; en él subyacen sus raíces en la práctica de las sinagogas judías y en la música pagana en los primeros centros de la iglesia (Jerusalén, Antioquía, Alejandría y Constantinopla), aunque no pueden darse por seguros otros que no sean los de los aportes de Jerusalén y Bizancio. En el siglo IV había varias familias distintas de ritos orientales (griegos) y occidentales (latinos), cada uno con su propia liturgia y música. Durante varios siglos existieron coetáneamente estilos diversos de canto llano, debe comprenderse también que un aspecto importante de la liturgia para que funcione como tal es la existencia de una jerarquía. En la misma raíz de la palabra iglesia se observa esta importancia (ecclesia, sinagoga, sinaxis), en esta jerarquía es que aparece por ejemplo, un presidente de la asamblea, ministros e incluso cantores especializados (eventualmente serán la Schola); que va a decantar en el último eslabón que es el asistente, quien posee un rol tanto pasivo como activo en la acción litúrgica.1
El canto gregoriano es uno de los repertorios de canto llano y recibe su nombre del papa Gregorio I (590-604), llamado «el Grande», aunque la atribución es dada por una tradición de alrededor de doce siglos, es en el siglo XI que Guillermo de Hirschau llamó «gregoriano» al canto llano.2 La tradicional relación entre san Gregorio Magno y el desarrollo de esta forma de canto litúrgico parece deberse a una confusión entre la identidad de cierto personaje llamado Gregorio, probablemente el papa Gregorio II, con su famoso predecesor, pero lo que es cierto es que desde el punto de vista cronológico, el gregoriano aparece como una creación de carácter más o menos local, y por sobre todo, como la plasmación de las transmisiones orales, que demuestran más de seis siglos de penetración Oriental en ellas, las cuales van a continuar de forma paralela enriqueciendo y modelando el canto llano.3
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