¿quién es Leonardo Polo?
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Madrid el 1 de febrero de 1926 y realizó sus estudios de escuela primaria en el Liceo Francés[1]. En el año 1936 cursó el ingreso en el bachillerato en Madrid. Por aquel entonces, en plena guerra civil, su padre ocupaba el cargo de Teniente de Alcalde de la ciudad. A instancias del Gobierno de la República, que aconsejaba la salida de la población civil de la capital de España, la familia se trasladó a Albacete, donde Leonardo Polo realizó los dos primeros cursos de bachillerato.
Durante los años 1937-1939, su padre, abogado de profesión, ocupó el cargo de Fiscal Jefe de la Audiencia de Albacete. Terminada la guerra civil española, la familia regresó a Madrid, a excepción del padre, que se vio obligado a exiliarse, primero en Nicaragua y más tarde en Chile, donde murió en 1946.
Encontrándose nuevamente en Madrid, Leonardo Polo continuó sus estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros. Sin embargo, la sustitución del plan de estudios de 1934 por el de 1938, le obligó a repetir el segundo curso de bachillerato ya realizado en Albacete.
De su época de bachiller Polo recuerda la lectura de la Filosofía Fundamental de Balmes. Tenía entonces quince años. La idea básica que sacó de esta obra fue la importancia de los primeros principios, que éstos no pueden ser únicos, y que la filosofía había que verla desde el punto de vista de la principiación. La importancia concedida a los primeros principios hace que, en aquellos años, al leer la Suma Teológica de Tomás de Aquino, y en concreto la quaestio 45, que presenta la creación como una relación accidental, Leonardo Polo piense que Tomás de Aquino puede ser corregido o ampliado en este punto, pues si la creación tiene que ver con lo primero, si es extra nihilum, si el ser creado es el ser en cuanto ser, entonces la relación con el Creador no puede ser un accidente, sino una relación de principios. Sin embargo, Leonardo Polo es, como suele decir, “un tomista en cierto modo rebelde y en cierto modo continuador”. Las referencias al Aquinate son numerosas en sus escritos[2].
Una vez concluido el bachillerato en 1945, a los 19 años, y tras obtener premio extraordinario en el examen de Estado, por razones familiares decidió estudiar Derecho. Al finalizar la guerra civil española, su tío Agustín Barrena quedó a cargo de los tres bufetes de abogado en los que ejercieran antes su padre y su otro tío Luis. La carrera de Derecho le abría la posibilidad de incorporarse al bufete de su tío y de proseguir la tradición familiar, a pesar de su inclinación hacia la teoría y, en concreto, hacia el estudio de las matemáticas.
Cursó la carrera de Derecho en cuatro años, pero consideraba que éste tenía poca altura teórica y que era algo “rutinario”. En 1949, recién licenciado, entró en contacto con la práctica jurídica pero tuvo que decidir entre ganar dinero ejerciendo la abogacía, cosa que le aburría, o seguir su inclinación hacia la teoría y la investigación. Con gran disgusto de su tío se decidió por lo segundo, y se matriculó en los cursos de doctorado en Derecho.
En estos años posteriores a la licenciatura, y ya con una clara opción por la investigación, sus lecturas se centraban en la Filosofía del Derecho de Hegel, Ser y Tiempo de Heidegger, Crítica de la Razón Práctica de Kant, algunos escritos de Aristóteles, de Leibniz, la Ética de Espinoza, etc. Por esa misma época comenzó también la carrera de Filosofía.
Durante los años 1937-1939, su padre, abogado de profesión, ocupó el cargo de Fiscal Jefe de la Audiencia de Albacete. Terminada la guerra civil española, la familia regresó a Madrid, a excepción del padre, que se vio obligado a exiliarse, primero en Nicaragua y más tarde en Chile, donde murió en 1946.
Encontrándose nuevamente en Madrid, Leonardo Polo continuó sus estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros. Sin embargo, la sustitución del plan de estudios de 1934 por el de 1938, le obligó a repetir el segundo curso de bachillerato ya realizado en Albacete.
De su época de bachiller Polo recuerda la lectura de la Filosofía Fundamental de Balmes. Tenía entonces quince años. La idea básica que sacó de esta obra fue la importancia de los primeros principios, que éstos no pueden ser únicos, y que la filosofía había que verla desde el punto de vista de la principiación. La importancia concedida a los primeros principios hace que, en aquellos años, al leer la Suma Teológica de Tomás de Aquino, y en concreto la quaestio 45, que presenta la creación como una relación accidental, Leonardo Polo piense que Tomás de Aquino puede ser corregido o ampliado en este punto, pues si la creación tiene que ver con lo primero, si es extra nihilum, si el ser creado es el ser en cuanto ser, entonces la relación con el Creador no puede ser un accidente, sino una relación de principios. Sin embargo, Leonardo Polo es, como suele decir, “un tomista en cierto modo rebelde y en cierto modo continuador”. Las referencias al Aquinate son numerosas en sus escritos[2].
Una vez concluido el bachillerato en 1945, a los 19 años, y tras obtener premio extraordinario en el examen de Estado, por razones familiares decidió estudiar Derecho. Al finalizar la guerra civil española, su tío Agustín Barrena quedó a cargo de los tres bufetes de abogado en los que ejercieran antes su padre y su otro tío Luis. La carrera de Derecho le abría la posibilidad de incorporarse al bufete de su tío y de proseguir la tradición familiar, a pesar de su inclinación hacia la teoría y, en concreto, hacia el estudio de las matemáticas.
Cursó la carrera de Derecho en cuatro años, pero consideraba que éste tenía poca altura teórica y que era algo “rutinario”. En 1949, recién licenciado, entró en contacto con la práctica jurídica pero tuvo que decidir entre ganar dinero ejerciendo la abogacía, cosa que le aburría, o seguir su inclinación hacia la teoría y la investigación. Con gran disgusto de su tío se decidió por lo segundo, y se matriculó en los cursos de doctorado en Derecho.
En estos años posteriores a la licenciatura, y ya con una clara opción por la investigación, sus lecturas se centraban en la Filosofía del Derecho de Hegel, Ser y Tiempo de Heidegger, Crítica de la Razón Práctica de Kant, algunos escritos de Aristóteles, de Leibniz, la Ética de Espinoza, etc. Por esa misma época comenzó también la carrera de Filosofía.
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