Historia, pregunta formulada por migueleltucu14, hace 3 meses

quien es el narrador del cuento "El Matadero" de Esteban Echeverría?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por romerovargasmichel
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Respuesta:El punto de vista del narrador de el matadero es externo a los hechos, por lo tanto se trata de un narrador omnisciente, ya que conoce todo los hechos que ocurren en la historia pero no participa de forma directa indirecta de los hechos.

Explicación:

"El Matadero" fue una obra escrita por Esteban Echeverría entre los años 1830 y 1840 y publicado en 1871, veinte años después de su muerte. El relato fue escrito en forma de prosa enmarcado en los años posteriores a la Revolución de Mayo en un matadero vacuno en Buenos Aires, Argentina, y los personajes están divididos en unitarios y federales.


migueleltucu14: pero no me estás contestando la pregunta que hice
Contestado por YuriAyato7v7
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Respuesta:

Leído y releído incesantemente, El Matadero sigue produciendo de entrada la misma confusa sensación. Sin duda que hay un núcleo dramático en el que culmina la narración, sin duda que todo converge hacia el hecho en el que se depositan significaciones ejemplificadoras pero no obstante habría derecho a vacilar acerca de la índole retórica de esta pieza. Podemos decir que es un cuento puesto que la mayor intensidad se da en torno a dicho núcleo, puesto que hay una solución y todos los elementos que están en juego, aun los conceptuales o descriptivos, le sirven, puesto que se cumplen tradicionales requisitos de concentración narrativa; en todo caso lo podemos decir al final, hecho el cómputo de la totalidad pero también extraviada la «memoria narrativa», es decir perdida esa facultad de acumulación que define la existencia del lector y gracias a la cual lo ya transcurrido no desaparece de su conciencia sino que se integra con lo que está transcurriendo1. Podemos, entonces, decir que El Matadero es un cuento si omitimos que hasta muy avanzado el relato no parecía encaminarse hacia la presentación de una situación particular. Tenemos la impresión de que lo «cuento» apareció tarde en el espíritu del autor cuya propuesta formal no era clara. En cambio, podemos afirmar que tenía un propósito ejemplarizador, que quería escribir sobre la situación política de su momento pero que de entrada no veía la forma en la que podía encarnarse esa voluntad. Tanteaba pues, iba dejándose atravesar por un mundo de imágenes y de palabras hasta desembocar en lo particular, hasta resolver en una sola situación vivida todo lo que estaba intentado configurar. En este sentido, El Matadero no es un cuento, si lo observamos a la luz de ciertos puntos de vista ilustres como los de Poe, Maupassant y Horacio Quiroga entre nosotros, para quienes, desde la primera palabra hasta la última, todo debía servir, y por lo tanto contener, al hecho que origina y da forma inequívoca al cuento. Y cuando digo contener me refiero no a una progresión lógico-causal deductiva -como sin duda existe en El Matadero- sino a una convergencia y simultánea interrelación de planos, funciones y elementos2.

-por cierto que satisfecha- de la mezcla de los estilos (cf. Víctor Hugo, Préface à Cromwell, sobre lo «sublime» y lo «grotesco»); los géneros seguían siendo, en consecuencia, «formae mentis», modos psicológicamente válidos de organizar la expresión. 2.º en sus obras poéticas Echeverría es rigurosamente retórico; acepta las conquistas románticas pero sabe distinguir entre poesía lírica (Los consuelos) como cauce para la manifestación de los sentimientos individuales, y poesía épica (Avellaneda) como instrumento indispensable para evocar sucesos objetivos4. 3.º Echeverría reflexiona sobre problemas expresivos y generalmente traduce «expresión» por «forma» en el sentido de la preceptiva5.

¿Cómo no suponer entonces que esta cuestión tenía importancia para él? ¿Cómo no advertir, en consecuencia, las vacilaciones en que incurre, la falta de dirección que él mismo debía haberse exigido? ¿Cómo no imaginar que esta falta de forma tiene algún significado? Echeverría, por lo tanto, no se comporta de acuerdo con sus propios presupuestos, lo cual no nos lleva, como habría ocurrido tal vez en el siglo pasado, a condenarlo, como tal vez él mismo se condenó al no publicar este excelente relato; nosotros, al contrario, trastrocamos valores y lo que podía parecer deficiencia se torna libertad, lo que surge de una vacilación se nos muestra como un principio estructurante, como la primera punta del ovillo que nos proponemos desenredar. Despojamos, en consecuencia, a la idea del género -como no lo llegaron a hacer los románticos- de su anacrónica obligatoriedad preceptiva y lo consideramos «forma», camino por donde transcurre una intención y, por lo tanto, indicio, tan bueno como cualquier otro, para determinar la estructura real ofrecida, la «forma» realizada, los vehículos efectivamente puestos en marcha para la transmisión.  

Pero retomemos. El Matadero empieza a ser cuento a partir de un determinado momento y previamente no lo es; es cuento en su totalidad pero no lo es en sus partes, si cabe la escisión. ¿Qué es previamente? Echeverría lo dice de algún modo: «A pesar de que la mía es historia no la empezaré por el Arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes...».

Explicación:

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