que trajo el imperialismo a los continentes de ASIA. ÁFRICA Y OCEANÍA (Para las Metrópolis y las Colonias).
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Respuesta:
La expansión colonial europea
Aumentados y consolidados los establecimientos coloniales europeos por todo el mundo durante los siglos XVI y XVII, la situación geográfica de las posesiones europeas en ultramar estaba bien definida en el XVIII. Una de sus más importantes características era la distribución irregular de las colonias por las diversas partes del mundo.
En el siglo XVIII existían imperios territoriales en América, pero no en Asia ni en África, y aquellos imperios americanos diferían de los establecimientos asiáticos y africanos. A comienzos del siglo XIX el colonialismo europeo experimentó una profunda transformación que se manifestó en la intensificación de la expansión por Asia y África con la constitución de nuevos imperios coloniales.
Esta transformación fue consecuencia de los movimientos de independencia americanos y de la proyección en el mundo ultramarino del proceso económico europeo y la Revolución Industrial. Exponentes de esta política expansiva fueron la penetración europea en Asia meridional, oriental y del sureste, así como en Oceanía, y el colonialismo económico y político en África.
Desde el último tercio del siglo XIX llegaron a su plenitud el colonialismo y el imperialismo occidentales en su dominio del resto del mundo y se realizaron la política de repartos coloniales y la construcción de los nuevos grandes imperios. Sólo Japón quedó libre de la acción colonial occidental directa y vivió su propio proceso de transformación.
Siglos XIX y XX: Asia, África y Oceanía
La expansión colonial europea
Fases, causas y factores
Explicación:
1) Primera fase. Se extiende desde mediados del siglo XV hasta finales del siglo XVIII, y se trata de un colonialismo moderno mercantilista. En esta fase las posesiones europeas se concentraron principalmente en América, y a lo largo de la misma se produjeron varios repartos: ya antes de 1660 se registraron varios de ellos, dado que las potencias que habían llegado tarde a la conquista colonial, como Holanda, Francia e Inglaterra, habían sido excluidas de la expansión ultramarina por medio de varias bulas promulgadas por la Santa Sede, que había reservado todas las zonas no cristianas del mundo a España y Portugal.
Entre 1660 y 1756 fueron muy pocas las colonias que cambiaron de soberanía, y entre 1756 y 1815 se procedió a la primera redistribución. El momento que señala el final de esta fase es la disgregación de la mayor parte de los imperios coloniales americanos, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, debida a dos razones: el nuevo reparto de las posesiones coloniales por las potencias europeas que se consolidó en 1763 y el rechazo de los colonos americanos a la autoridad y administración europeas.
2) Segunda fase. Comprende desde comienzos del siglo XIX hasta 1870-1880, y se caracteriza por la mayor proyección en el mundo colonial de la Revolución Industrial y la evolución del mercantilismo al capitalismo: se trata de un colonialismo industrial.
En esta fase las posesiones europeas se concentran en Asia y en África y los imperios coloniales europeos se engrandecieron más rápidamente en los cien años posteriores a 1815 que en cualquier período histórico precedente. Esta fase se caracteriza, también, por la intensificación de la expansión como resultado de la acción de dos fuerzas: el impacto de la Europa industrial fuera de su continente y la potencia de los grupos locales europeos activos en la periferia.
3) Tercera fase. Se extiende desde 1870-1880 hasta la Segunda Guerra Mundial. Es la fase plena del domino político y la explotación económica del gran capitalismo e imperialismo y, también, un período de delimitación de las esferas de influencia y de redistribución colonial.
Esta política de expansión imperialista está representada por Jules Ferry (1832-1893), en Francia; por el rey Leopoldo II (1835-1909), en Bélgica; por Francesco Crispi (1818-1901), en Italia; por Benjamin Disraeli (1804-1881) y Joseph Chamberlain (1836-1914), en Gran Bretaña; y por Theodore Roosevelt (1858-1919), en Estados Unidos.
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