¿Qué tipos de industrias se trasladan a Europa oriental? ¿Por qué? ¿Cuáles no se deslocalizan? Gracias!!
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percibidas como instrumentos de creación de empleo y de
nuevas oportunidades.
La tecnología y el comercio se consideran factores
perturbadores en cuanto a distribución de los ingresos. El
comercio se enfrenta a una mayor oposición política, pese a
que en realidad es un vector de cambio menos determinante
que la tecnología. En todo caso, para lograr el crecimiento, la
estabilidad y la armonía social en el futuro son indispensables
políticas educativas y de formación a largo plazo y políticas a
corto plazo que permitan gestionar estas transiciones.
Otro de los retos de política pública, que irá cobrando sin
duda cada vez más importancia, es la gestión del medio
ambiente. El crecimiento de la población y el incremento de
los ingresos en gran parte del mundo someterán a mayores
presiones al medio ambiente, y en especial al patrimonio
natural de la humanidad. Será necesario un importante
esfuerzo de cooperación internacional para hallar la senda
hacia el desarrollo sostenible. El comercio no es la única
clave para resolver esta compleja cuestión, pero ciertamente
puede contribuir a ello. Aunque el papel de la tecnología será
de nuevo fundamental, la comunidad internacional tiene ante
sí el enorme reto sociopolítico de concluir un acuerdo sobre
las responsabilidades nacionales sobre las medidas
correctivas aplicables en ámbitos como la lucha contra el
cambio climático. Que logremos garantizar el futuro de las
generaciones venideras dependerá de nuestra capacidad
para desarrollar actuaciones colectivas coherentes.
Describir un panorama tan amplio de nuestro futuro nos
ayudará a ver el comercio en perspectiva y a comprender el
lugar que ocupa en el mundo. Nos recuerda que no nos
interesa el comercio per se, sino por su posible contribución
a nuestro futuro. Como he señalado antes, el comercio
mantiene una relación bidireccional compleja con muchos de
los demás factores determinantes de ese futuro. Tenemos la
responsabilidad de promover el comercio y crear las
condiciones que le permitan realizar la contribución que le
corresponde. El estancamiento de la Ronda de Doha y la
incertidumbre que ello genera parecen indicar que
probablemente no hemos hecho todo lo que estaba a nuestro
alcance en este sentido.
Es mucho lo que está en juego. Durante las últimas décadas,
el comercio ha desempeñado un papel destacado en
diferentes frentes como parte de un círculo virtuoso de
crecimiento y desarrollo, precursor de oportunidades
inimaginables hace tan sólo unas décadas y factor facilitador
de una mayor armonía social. El auge de las cadenas de
suministro mundiales ha profundizado y ampliado las
oportunidades derivadas de los intercambios internacionales.
Cuando se piensa en el comercio desde un punto de vista
económico más racional (es decir, no sólo en términos de
corrientes de bienes y servicios, sino de la contribución de
los diferentes países a las relaciones de producción
conjunta), se empieza a apreciar la verdadera naturaleza de
los intereses comunes que nos unen.
Las estructuras dependientes de las políticas, como la OMC,
no se sostienen por sí solas. Por este motivo, es necesario
renovar los esfuerzos a fin de reactivar la vitalidad del
sistema mundial de comercio. Para ello, la OMC debe
resolver cuestiones pendientes desde hace mucho tiempo
como los aranceles, las medidas no arancelarias, los
servicios y la agricultura. Al mismo tiempo, en nuestro mundo
cada vez más integrado hay que prestar atención a otras
cuestiones, como la inversión, la competencia, las
subvenciones y una gestión de las políticas públicas que
facilite el comercio. Será cada vez más importante evitar la
incoherencia y la fragmentación en el diseño y la gestión de
las políticas.
La OMC debe buscar un compromiso constructivo sobre
cuestiones fundamentales relacionadas con el equilibrio de
derechos y obligaciones de sus muy diversos Miembros,
especialmente en un mundo donde la influencia y el poder se
están desplazando de unos países a otros. Es necesario un
mejor ajuste entre los acuerdos comerciales preferenciales y
el sistema multilateral de comercio. La convergencia de las
medidas no arancelarias, como las normas, que es esencial
para establecer unas condiciones igualitarias en el futuro, no
es la responsabilidad principal de la OMC. Pero la OMC
debería estar en condiciones de promover una mayor
convergencia. Las cuestiones internas relacionadas con el
diseño y la gobernanza de la OMC también tienen
importancia. Una de ellas es cómo preservar dentro del
sistema las ventajas asociadas a los regímenes comerciales
no discriminatorios. Otra es cómo definir para la Secretaría
un papel que permita facilitar aún más el progreso sin poner
en cuestión la primacía del poder de decisión de los
Miembros.
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