QUE TIPO DE TEXTO ES HISTORICO PERIODISTICO O ESCOLAR Y POR QUE
¿A qué le tiene miedo Amparo Dávila?
Le hago esta pregunta mientras la miro y observo sus manos fuertes que mantiene sobre sus piernas. Es lunes, 12 de febrero de 2018. Hemos hablado alrededor de media hora. Amparo Dávila está por cumplir 90 años, se ve lúcida, sana y animada. Ella dice que no le tiene miedo a la muerte, solo incógnitas; qué será el más allá, me dice. Acudo a la hora acordada. 1:30 de la tarde. Toco, nervioso, como la primera vez. Su hija me recibe y una mujer muy amable que siempre las acompaña. Por las ventanas se filtra la luz que ilumina una escalera. Amparo Dávila espera puntual en un pequeño estudio ubicado del otro lado. Pasa, me dice Jaina, su hija, y yo entro silencioso. La veo sentada y me acerco. Hola, Jonathan, me dice con la voz temblorosa. Tomo su mano delicada, la saludo, le doy un beso en la mejilla y me siento a su lado para conversar. La primera vez que la vi en persona no pude decir nada. Siempre me pasa lo mismo con la gente que admiro.
Hoy Amparo Dávila aguarda paciente a que comencemos a charlar. Varias épocas de mi vida, dice de pronto antes de que le pueda preguntar algo. Se refiere una serie de fotografías que adornan los libreros y sonríe. Esa soy yo, señala una imagen donde una niña con vestido blanco mira fijamente a la cámara. Tengo una violeta de un lado, la modestia, y de la otra un oso. Iba a ser una niña muy modesta. Lo es, le digo, y nos reímos juntos. Y en efecto, es la misma niña. La imagino sentaba en la biblioteca de su padre donde leyó su primer libro la Divina Comedia que la impactó no por los infiernos de Dante, sino por los grabados de Doré que nutrieron las pesadillas de su infancia. Me horrorizaban de niña, me dice ahora Amparo Dávila al recordar su niñez, porque eran los demonios con tridentes. Y me habla también, como lo ha hecho otras veces, de aquellas leyendas que se contaban entre la neblina de ese pueblo “rodeado siempre de nubes” y esas visiones que ya no sabe si fueron reales o imaginarias, pero que no puede olvidar porque la acompañaron en largas noches oscuras y frías. Lo contó también en 1965, en Bellas Artes, lo ha dicho otras veces, y me lo repite ahora, así. En la casa donde viví mis primeros años vivió un señor feudal que perdió una pierna y le pusieron una de palo. En las noches yo podía oírlo, “taconenado”. Este hombre, como era muy rico, se casó varias veces y se le morían las esposas misteriosamente. Y fíjese usted que la última de ellas, todavía con su traje blanco, por las noches deambulaba por la casa. Ella con una vela encendida y él, con su pata de palo. Eso me causaba terror, pero un terror grandísimo. Lo único que lo mitigaba eran mis perros y mis gatos. Ellos me dieron calor en los primeros momentos de mi vida, los gatos. Así que para siempre quedaron conmigo. Amparo Dávila queda en silencio pero continúa moviendo sus labios como si palabras invisibles se le escaparan de la boca, como si recordara algo, como si viera algo. Su primera afición fue la alquimia. Así se lo recuerdo y ella vuelve en el tiempo. Yo soñaba con sacar perfumes de las flores, dice, y de las piedras oro. Cuando no hacía tanto frío subía a la montaña de Pinos con sus perros para recolectar flores y cualquier piedra misteriosa. Sin embargo, nunca obtuvo lo que buscaba. ¿Pero no es acaso ahora una alquimista de la realidad?, le pregunto. Sí, en cierto modo sí, responde.
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Entrevista
Explicación:
Es un diálogo/conversación entre dos personas, el cual se presenta narrado con todo y detalles.
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