¿Qué tipo de ritmo se practicaban en el siglo xviii?
Respuestas a la pregunta
XVIII.
Ya en las postrimerías del reinado de Luis XIV. empezó a delinearse una reacción al fasto recargado del barroco; todas las artes se ennoblecieron, languidecieron y perdiendo en potencia 'y profundidad se volvieron un poco amaneradas y remilgadas.
Los pintores prefirieron las tintas delicadas y los temas pastoriles ; los muebles se cubrieron de flores lacadas ; en las habitaciones prevalecieron los tonos claros y dorados y las mujeres se adornaron con cintas, encajes, perifollos y flores. La danza siguió la tendencia general ya la solemnidad majestuosa de las viejas danzas de corte ya su ceremonial demasiado severo, empezaron a preferirse danzas nuevas más graciosas, como el minué, la gavota y el passepied.
El minué, como indica su nombre que proviene de menu, pequeño, se componía de pequeños pasos y procedía del Poitou ; originariamente era una danza campesina, no carente de una propia nobleza, sencilla y alegre, pero introducida en la corte de Luis XIV se volvió más lujosa y señorial, si bien continuó siendo la más donosa de todas las danzas practicadas a la sazón.
El maestro de baile. por Pietro Longhi. Academia de Venecia.
Parece que se debe al maestro de danza Pécour el hecho de que el minué reconquistase su primitiva elegancia y fuese acogido con en tusiasmo por toda la sociedad parisién. Bajo el reinado de Luis XIV vino a ser la danza preferida y alcanzó su forma definitiva. Se bailaba por parejas sobre un movimiento moderado a tres tiempos; el paso era sencillo y trazaba una figura que en los primeros tiempos era una S y después, según la modificación de Pécour, una Z (que daba a la dama la posibilidad de mostrar su gracia al moverse, mientras con una mano sostenía el abanico y con la otra un pliegue del amplísimo traje. Fáciles y menudos pasos, saludos y reverencias del minué resultaban tan adaptados a las gracias empolvadas ya las ingenuas pelucas de la época que han permanecido casi como símbolo del frívolo y amanerado siglo XVIII.
La gavota, que nos retrotraía al siglo XVI y recordaba en la vivacidad los viejos branles franceses, se convirtió en el siglo XVIII en hala gadora y resbaladiza y más bien similar al minué. El movimiento era moderado y el ritmo binario. Desertó de los salones para aparecer