¿Qué tipo de labor está realizando dicho ciudadano? Describe.
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Respuesta:
Durante mi adolescencia (tendría como 12 años) mi viejo consideró que yo tenía talento para la pintura (no sé de dónde sacó esa idea) y contrató a un profesor italiano que estaba residiendo en Panamá. De ese ejercicio salieron unos 8-9 cuadros al óleo, y no recuerdo si fue que abandoné o si el profesor se regresó a Italia.
Muchos años después se metieron los ladrones en la casa de nuestra finquita en Coronado y, entre otras cosas, y comprobando que en arte eran unos ignorantes, se llevaron los cuadros.
Yo suspiré y pensé “¡por fin salimos de ellos!”, pero Maruja, a mis espaldas, puso un anuncio clasificado ofreciendo recompensa a quien los encontrara, ¡y los benditos cuadros volvieron a casa!
Enfrentando el primer exilio y sin mucho qué hacer, se me ocurrió que pintar podría ser una buena terapia para el trauma que vivíamos. Compré los implementos, pensando “esto seguro es como montar bicicleta: nunca se olvida”. …pero quedé en blanco frente al lienzo… y ¡súbito! ....volví a abandonar.
Ahora, en mi primavera de los ochenta me dije “quizás sea este el momento”. Había conocido a un profesor de pintura en una galería y guardé su tarjeta; su nombre, Nicolás Martínez. Encontré la tarjeta y lo llamé. Nos citamos en el edificio donde vivimos cuando estamos en la ciudad. Primero, le eché el cuento que aquí relaté y le confesé que quería volver a pintar, pero no sabía por dónde empezar.
Nos dedicamos a conversar y, comentando sobre mi periodismo de opinión, el profesor Nico me contó de un español residente en Barcelona de nombre Antoni Tapies, quien creó un estilo propio, en el que usaba artículos de periódicos y sobre ellos pintaba una figura dramática que llevaba un mensaje contundente. Me pareció interesantísimo, tanto por lo inusual como por lo conveniente para mí, por tener ya 13 libros que recopilan artículos míos de opinión publicados en La Prensa y en otros medios internacionales. Tapies me inspiró… y así comenzamos.
Usando algunos de estos artículos como collage fuimos haciendo cuadros con mensajes dramáticos acerca de cada uno de ellos; termina siendo un arte conceptual, obviamente no decorativo, por lo dramático y contundente.
Lo más interesante de este cuento es que en algún momento nuestra nieta Vanessa, quien con su marido Pablo tiene tres hijos (bisnietos nuestros) …al enterarse de mis clases de pintura me pidió que le preguntara al profesor si podría atender a sus dos hijos mayores (de 6 y 8 años). Nico enseguida me dijo que, con mucho gusto, y no solo tiene a nuestros bisnietos pintando, sino que además en las conversas que tiene con ellos sobre el arte los está educando en la plástica, su historia, y por esta vía está abriéndoles el apetito por la cultura a temprana edad.
Más adelante me enteré de que el profesor Nico Martínez se dedica a la enseñanza del arte, no solo a estudiantes de todas las edades, niños, padres abuelos y bisabuelos, sino que además les enseña a muchachos (as) en estado de vulnerabilidad, pues proceden de barrios con alto riesgo.
El artista y profesor Nico Martínez es de esos panameños que –sin hacer mucho ruido– está contribuyendo con su arduo esfuerzo diario a promover el arte y la cultura, tan necesitada en nuestra nación.
Como ciudadano, le agradezco a Nico su labor diaria cultural, siempre con sentido patriótico. Así, un solo ciudadano está haciendo patria. Además, como estudiante suyo, ahora en mi “nueva vida” octogenaria, le agradezco su paciencia y amistad.
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