Que tecnología se empezó a utilizar para elaborar los mapas con más exactitud?
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Respuesta:
En los últimos quince años asistimos a una auténtica revolución en el amplio campo de la cartografía, y muy especialmente en la caracterización tridimensional del territorio. Los avances tecnológicos están cambiando no sólo las herramientas y las fuentes para conocer la realidad geográfica sino incluso la manera de estudiarla, ahora con un detalle insospechado hace pocos años. Esto, sin embargo, no afecta únicamente a los especialistas, sino que cualquier persona puede percibir con claridad esta revolución: sólo hay que entrar desde nuestro ordenador personal en el Google Earth para visitar cualquier lugar del planeta y disponer de una visión tridimensional con una precisión francamente abrumadora.
El cambio que vivimos se fundamenta, sin duda, en las mejoras tecnológicas de las últimas décadas, tanto en el campo de posicionamiento geográfico –sostenidas en buena medida por los sistemas de posicionamiento global que proporcionan los satélites artificiales y los avances en la geodesia– como en el de la captación masiva de datos geográficos –con el desarrollo de sensores aerotransportados cada vez más precisos y potentes– y en la gestión que se hace de ellos –con el desarrollo de los sistemas de información geográfica (SIG). Sin embargo, los nuevos sistemas de captación de la información registran, básicamente, datos muy semejantes a los que recogían tradicionalmente los topógrafos. De manera que buena parte de la información geográfica que hoy nos sorprende por su disponibilidad ya existía hace muchos años en los mapas topográficos tradicionales. ¿Qué ha cambiado realmente? Desde nuestra perspectiva, fundamentalmente han cambiado tres cosas: la manera en la que ahora disponemos de la información, el nivel de precisión y la amplitud del espacio geográfico alcanzado.
La revolución que vivimos empezó con la mejora de la captación de los datos. Los métodos –topográficos y fotogramétricos– tradicionales para localizar con planimetría y altimetría cada punto han avanzado sustancialmente y, al mismo tiempo, se han desarrollado otros nuevos, impensables hace pocos años. La generalización de la fotografía aérea para los análisis espaciales a partir de los años 1960 implicó un salto cualitativo que permitió pasar de una información aislada obtenida con gran esfuerzo sobre el campo, a la observación directa del territorio. La cartografía temática se multiplicó ante la posibilidad de recoger mucha información diversa en el tiempo y el espacio. Por otra parte, en los años 1980, las imágenes de satélite antes restringidas a fines militares se empezaron a difundir. Los sensores permitían captar la radiación electromagnética en diferentes bandas, con lo que, a las imágenes del espectro visible, se sumaron otras procedentes del infrarrojo o incluso de las microondas (radar). La precisión espectral (tres o cuatro bandas del espectro electromagnético), la radiométrica (que permitía diferenciar unos 255 niveles digitales o niveles de gris en una imagen), la espacial (cientos de metros) y la temporal (semanas) de los primeros satélites mejoró sustancialmente con el tiempo y hoy en día hay varias generaciones de sensores (series Ikonos, Orb-View, Spot 5, QuickBird, AVIRIS, CASI, ASTER…) que adquieren información de decenas de canales, con una resolución espacial inferior a un metro (que en usos militares restringidos puede ser de 20-30 cm), diferenciando miles de niveles digitales y con una frecuencia de horas (figura
Uno de los objetivos más antiguos de la cartografía es la localización exacta de los objetos. La georreferenciación, que antes sólo se podía alcanzar con métodos topográficos, se puede hacer hoy en día mediante los GPS (sistema de posicionamiento global). Se trata de un sistema creado por el departamento de Defensa de EEUU que se fundamenta en la determinación de la posición de cualquier lugar donde coloquemos una antena mediante la diferencia de posiciones con respecto a distintos satélites que orbitan la Tierra cuya posición exacta se conoce en cada instante. Este procedimiento permite localizar un objeto refiriéndolo a un sistema de referencia universal (el sistema WGS84) que, al mismo tiempo, puede ser exportado a los sistemas de referencia estatales, en nuestro caso el ED50, y a la proyección cartográfica más conveniente, que para nosotros habitualmente será la UTM (Universal Transverse Mercator). La ubicación de los veinticuatro satélites, que orbitan continuamente la Tierra, es controlada por las estaciones de seguimiento. La posición de un objeto se calcula midiendo la distancia que lo separa con respecto a tres satélites como mínimo, aunque para una mayor precisión se necesitan cuatro. Esta operación se hace calculando el tiempo que tarda una señal de radio emitida por el satélite en llegar al receptor de GPS. Como conocemos la velocidad del sonido, podemos calcular la distancia a la que estamos de los satélites.