Geografía, pregunta formulada por nickymijan123269, hace 1 año

que sucedio con el imaginario geografico durante la conquista de america?

Respuestas a la pregunta

Contestado por kellylizhet2
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desarrollo de los acontecimientos del pasado, y específicamente con relación al encuentro entre indígenas y conquistadores en el siglo XVI en América, existe otra versión no menos importante y que puede tener rasgos comunes con la citada, pero también muchas diferencias y resultados disímiles. Es la de la tradición oral, muy válida, que posee una lógica interna en su estructura, aunque no sea aceptada por los historiadores de la corriente académica moderna o por el resto del público que no la comparte. A distinción de la de los especialistas, no se produce a partir del análisis de documentos escritos, sino de los relatos oídos y transformados por las diversas generaciones de sujetos históricos. Va formando imaginarios colectivos sobre distintos hechos, que pueden contener materia religiosa y aparecer como absurdos en las mentalidades que se apartan de sus principios.


En el caso del encuentro entre aborígenes americanos y conquistadores españoles en el siglo XVI, las mentalidades populares en el Nuevo Mundo lo han incorporado en su sistema de conocimiento y en su cosmología, con elaboraciones intelectuales coherentes, complejas y dignas de estudio.


Según la historia oral contada por muchos campesinos y pobladores urbanos sobre dichos acontecimientos en el altiplano cundiboyacense, a través de diversas versiones, los Muiscas o Chibchas no fueron acabados por las tropas españolas, ni sus tesoros saqueados del todo. Debido a las artes de sus sacerdotes y chamanes, se enterraron con el oro en el fondo de las lagunas de altura y en el interior de los cerros, Allí viven desde hace quinientos años, en palacios dorados y periódicamente salen a la superficie donde pueden tener contactos esporádicos, con gente de la actualidad. Son los encantos. Y no se crea que su existencia se limita al citado altiplano, tal como lo veremos con ciertos ejemplos más adelante.


Su apariencia es dorada, o al menos amarilla brillante. Se trata de diversas apariciones como una vieja que sale con unos pollitos o unos paticos y desaparece apenas alguien se acerca, o un niño que brilla y juega con otros del presente, y también se esfuma cuando algún adulto se aproxima. Pero también puede ser el famoso Mohán que vive en las profundidades de lagunas, ríos y quebradas, como el célebre de la hoya del alto y medio río Magdalena. Este Mohán es representado muchas veces como un hombre andrajoso y sucio, descuidado, lleno de escamas que si se caen dejan al descubierto el oro que lo constituye. Necesita salir periódicamente al mundo de hoy a comprar tabacos y aguardiente para aliviarse del intenso frío de sus habitaciones subacuáticas.


Otras manifestaciones suelen ocurrir con las crecientes o avenidas de los ríos. Al frente de ellas se pueden observar indígenas emplumados, dorados o animales como venados, ovejas y toros que van dirigiendo todo el cauce arrasador de casas y sementeras. Estos encantos son muy temidos por los pobladores de diversas regiones de la cordillera oriental colombiana. (de Vengoechéa. 1992)


Tablas, columnas y vigas de oro que sostienen poblaciones o edificios post-conquista, también son encantos que pueden proteger a los moradores modernos. Sin embargo, en cualquier momento y por orden de los sabios indígenas pueden desplazarse o caerse y ocasionar así una tragedia. Tal es la creencia que la catedral del Socorro, Santander, está sostenida sobre un gran tablero de oro, o la que refiere que Mogotes, en el mismo departamento, descansa sobre una viga de ese material. De otro lado, el cerro de Ingrumá, tutelar de Riosucio, Caldas, está vigilante y dentro de él se hallan los últimos Quimbayas, según el imaginario popular.


A simple vista, los encantos son ambivalentes: Pueden causar enormes males paro también protegen a los habitantes del mundo actual. La primera actitud es de venganza contra los descendientes de aquellos opresores de la población indígena durante la Conquista. La segunda, es otra forma de mostrar poder, pues se cuida y conserva a los “blancos”, sin dejar de lado la amenaza del riesgo.


Cuando en 1983 fui a visitar la mitológica laguna de Iguaque en Boyacá, me acompañó un guía de Villa de Leiva (q.e.p.d). Al llegar a sus márgenes y tomar una fotografía, comenzó a caer una menuda llovizna sobre mi cuerpo y se mecieron suavemente las aguas del pequeño lago

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