que sucedio con el fracaso de los asambleístas
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COLON, Entre Ríos.- Unos 80 asambleístas intentaban circular por la ruta delante del cruce, encerrados por 200 gendarmes. Gritaban "no a las papeleras", "fuera Botnia" y "sí a la vida" con banderas y carteles, mientras autos y colectivos cruzaban por un paso alternativo. El griterío duró 10 minutos. Descansaron un rato y volvieron a empezar. Lo hicieron tres veces. Al final, un asambleísta se sinceró: "Más que esto, la verdad, no podemos hacer".
Así terminaron cuatro días de tensión por la amenaza de los ambientalistas de Gualeguaychú de bloquear el puente que une esta ciudad con la uruguaya Paysandú: con un corte a medias.
Cerca de la medianoche, los asambleístas se resignaban a que no podrían nutrir la convocatoria y organizar una reunión para definir "los pasos por seguir". Igual prometían acampar en el cruce hasta mañana y sostener la tensión.
Hasta ahora no pudieron. Los cortes más prolongados los hizo la propia Gendarmería. A las 9.30, había cientos de autos esperando cruzar el puente, temerosos del bloqueo anunciado para la tarde. La Aduana no daba abasto. "Los hacemos pasar de a 40, cada una hora, para alivianar los trámites obligatorios", informaban los gendarmes.
Mientras tanto, el intendente de Colón, Hugo Marsó, se reunía con el jefe de la policía entrerriana, Héctor Massuh. El gobierno provincial ya había ordenado disponer efectivos y patrulleros en las rutas 14 y 135.
Al rato llamó desde Grecia el gobernador Sergio Urribarri y, desde Buenos Aires, el ministro del Interior, Florencio Randazzo. El gobierno nacional también tenía su estrategia: "Garantizar el libre tránsito sin reprimir". Lo anunció a LA NACION una alta fuente oficial: "Los vamos a rodear para lograr el objetivo de que no corten".
A primera hora de la tarde, la Gendarmería dispuso filas de 50 efectivos frente al puesto fronterizo. Dos solitarios asambleístas esperaban que llegara más gente.
En ese momento, con logística dispuesta por los gobiernos local y provincial, sindicalistas gastronómicos y de la carne, junto con comerciantes locales, confirmaban que, a las 18, iban a ir al puente para impedir el corte.
Los primeros líderes de la asamblea llegaron a las 17. Jorge Fritzler y Silvia Echavarría fueron nombrados "negociadores" y se reunieron con el comandante de Gendarmería a cargo del operativo, Orlando Angeletti.
"Tengo órdenes. La situación es comprometida. El corte no lo vamos a tolerar", comunicó Angeletti. "Después de las 18, la Asamblea decidirá qué hacer", contestaron los ambientalistas.
A las 18.15, la Gendarmería se desplegó ante menos de 70 asambleístas. Los autos seguían pasando, de a tandas de 40, para que la Aduana pudiera hacer los trámites migratorios sin sobresaltos. La justicia federal de Concepción del Uruguay y el Gobierno ratificaron que había que "garantizar el libre tránsito".
A las 19, llegaron los enviados sindicales que habían convocado el intendente y el gobierno provincial, acompañados de comerciantes y representantes de la asociación de cabañas de Colón. "Venimos a decir no al corte. Los turistas ya empezaron a cancelar reservas, aunque no tienen que pasar por el cruce para llegar al pueblo", decía la presidenta de la asociación, Claudia Pagnota. Uno de los secretarios de la CGT, Adolfo Camanduli, repetía que iban a estar "alertas" hasta que los asambleístas decidieran qué hacer.
Pero los ambientalistas no se decidían. "Esperábamos más gente", admitía un referente, mientras sus compañeros desplegaban banderas. Cerca de las 20, decidieron hacer "lo que podían": ingresar a la ruta cada 10 minutos. Y "poner nerviosos" a los 200 gendarmes que forcejeaban con ellos para impedir que cortaran toda la ruta. Los autos seguían pasando por el costado.
Simbolismos
"Somos pocos, pero buenos", gritaba uno debajo de un cartel. A su lado, uno de los coordinadores, Roberto Marchesini, seguía anunciando la asamblea: "Cuando lleguen los compañeros la vamos a hacer".
El sol empezó a caer y la asamblea no empezaba. En el grupo algunos decían conformarse con "la acción simbólica".
"El objetivo principal está cumplido", repetían. "Todos ustedes están acá para escucharnos decir no a Botnia", insistía un asambleísta ante algunos periodistas. Sus compañeros repetían que iban a acampar hasta mañana. Y, a la espera de la asamblea que nunca empezaría, seguían con las amenazas: "No se preocupen. Tenemos dos días más para planificar, definitivamente, cómo seguir".