Que sucedería si el piso térmico frío desapareciera
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:Dicen que el frío no existe. Y sin embargo, parece que existe una gran cantidad de ciencia tras este concepto. ¿Qué esconde este importantísimo fenómeno del universo?
¿Qué es el frío? Esta pregunta parece sencilla. Pero nada más lejos de la realidad. La temperatura es una cuestión esencial para la vida. De hecho, en nuestro planeta existen grandes variaciones. Éstas permiten que existan diversas especies, definiendo el paisaje. Otras nos dan la oportunidad de trabajar con materiales de una forma completamente distinta y diversa. El frío extremo abre puertas de la ciencia que nunca imaginaríamos. Por todas las implicaciones que tiene, el frío, o su concepto, merece la pena una especial atención. Pero, como de costumbre, empecemos por el principio.
El frío no existe
Dicen que el frío no existe. Al menos por definición. Y es que llamamos frío a la ausencia de calor. El frío es en realidad una pérdida de energía térmica. De hecho, en concreto, llamamos frío a la capacidad que tenemos de sentir esta diferencia de temperatura. Nosotros, como muchos otros animales, tenemos en la piel unos receptores especiales que se “encienden” cuando notamos dicho cambio de temperatura. Por eso entendemos un concepto como frío. Pero en realidad, lo que ocurre es que los átomos, esas partículas elementales que lo forman todo, tienen menos energía, y “vibran” con una intensidad cada vez menor. Esta “vibración” es una manifestación de esa energía que se va perdiendo. Esta menor energía es lo que nuestros receptores perciben como frío.
En este universo, existen algunas leyes (conocidas como las de la termodinámica) que explican una serie de fenómenos que ocurren siempre, razón por las que se les llaman leyes. Por ejemplo, el principio 0 de la termodinámica explica que dos objetos en contacto a diferente temperatura tenderán a compartir la energía hasta quedarse con la misma cantidad repartida. El paso de la energía será siempre desde el más caliente al más frío. Este proceso es lo que “enfría las cosas”. En tu nevera, bajo el frío de la calle, al tocar un helado… lo que ocurre es que nuestra energía es transmitida al objeto que tiene menos y, por tanto, está más frío. Además de transmitirse por contacto, la energía puede transmitirse por radiación, sin que se toque ningún objeto físico. Es lo que ocurre con el sol, cuyos rayos nos calientan a pesar de que no exista aire ni ninguna otra sustancia entre el y nosotros.
El mundo que conocemos
En este planeta la vida surgió gracias a la energía que nos llega, que permite que miles de reacciones químicas y físicas ocurran todos los días y a todas horas. Nuestro pequeño planeta tiene la suerte de encontrarse en una zona muy especial, llamada de habitabilidad. En dicha zona, la temperatura es lo suficientemente alta para que el agua esté líquida pero no lo suficiente como para que se evapore. Esto es importantísimo porque todo lo que conocemos es como es debido a la temperatura, a la energía, con la que convivimos todos los días.
Pero, ¿por qué? En primer lugar, porque todas las reacciones necesitan energía para que ocurran. Y como decíamos, el frío sobreviene según desaparece la energía. Nuestros cuerpos, las proteínas que nos hacen vivir y las sustancias que forman nuestras células necesitan de una temperatura característica. Es más, cualquier material, según cambia su temperatura, cambia también su estructura básica. Esto es porque, como explicábamos antes, los átomos vibran cada vez con menos energía, ordenándose tranquilamente. En nuestro mundo, dónde el agua es abundante y común en casi todo lo que nos rodea, esto es aún más notable. El agua tiene una propiedad muy especial y es que aumenta de volumen al congelarse. Esto ocurre, precisamente, por cómo se ordenan sus moléculas en cristales.
Puesto que todos los seres vivos de la Tierra contenemos un porcentaje altísimo de agua, el aumentar de volumen debería ser una cuestión importante. Por ejemplo, las frutas y las flores tienen mucha agua y parecen esculturas de hielo cuando se congelan. Por eso se vuelven frágiles y quebradizas. Al no tener la energía suficiente, las moléculas que hacen que las cosas sean elásticas y se puedan deformar, se vuelven rígidas, por lo que se rompen más fácilmente. Las proteínas también son muy susceptibles a la temperatura.
Al alcanzar ciertas temperaturas, se estropean (es lo que llamamos desnaturalizar), y su estructura cambia. Al perder energía, las proteínas "precipitan" y dejan de ser como eran antes. A veces sin posibilidad de recuperar su forma. Otro ejemplo, ocurre con los gases. Antes hablábamos de que la energía hace vibrar a las moléculas. Cuanta más energía tienen, lo gases necesitan más espacio, expandiéndose. Por eso, cuando le quitamos la energía, el gas ocupará cada vez menos espacio. También se volverá más denso y cambiará la forma que tiene de transportarse por la atmósfera. Esto genera enormes ciclos climáticos.