que sucedería en la red trófica si por una epidemia desaparecen las golondrinas
Respuestas a la pregunta
La golondrina es un símbolo de nuestros pueblos y campos. Pero nos estamos quedando sin ellas. El abuso de productos químicos en los cultivos y el deterioro del paisaje rural han hecho que su población descienda un 30% en la última década. Por eso, la ONG científica y conservacionista SEO/BirdLife (Sociedad Española de Ornitología), que está celebrando su 60 cumpleaños, la ha declarado Ave 2014. Para concienciarnos de lo que estamos perdiendo. ¿Y si un año ya no volvieran?
Cada primavera, la llegada a mi pueblo de golondrinas, y de vencejos y aviones, entrelazando el cielo con los tejados de la casa de mis abuelos me ha llenado de optimismo y de energía desde pequeño. Me hacía pensar antes que los cursos escolares entraban en su último tramo, el de tardes más largas y felices, pues al salir de clase aún quedaba día para jugar y compartir planes, paveces e incertidumbres con los amigos antes de retirarnos a casa. Su llegada me devuelve ahora cierta esperanza en el paso del tiempo, me alegra y me hace pensar que, bueno, las cosas no están tan mal. Que a fin de cuentas el mundo está hecho más allá de los gobernantes irresponsables y de los jefes tóxicos que nos tocan (las narices) en cada momento. Que no está todo tan mal. Que la esencia de las cosas, la estructura básica sigue bien armada. Que cada mañana sale el sol y cada primavera llegan las golondrinas.
Y ahora me dicen que se acaban, que cada año perdemos un millón de golondrinas.
¿Y si un año dejaran de volver las oscuras golondrinas?
Cuando me llegó la nota de prensa de mis amigos de SEO/BirdLife subrayando en el titular que la han declarado Ave 2014 (cada año eligen una especie vulnerable para concienciar sobre su situación y sus amenazas; en 2013 fue la parcela cenicienta; en 2012, la carraca; en 2011, el mochuelo) porque corre peligro, tuve pesadillas. Dirán muchos que con la que está cayendo, preocuparme por las golondrinas… Pero esa noche soñé con pueblos sin sus parloteos mañaneros desde los tendales o los cables eléctricos, sin su uit uit de los atardeceres, navegando hacia los nidos del alero, cruzándose en el horizonte cuando poso la mirada perdida a lo lejos sin pensar en nada, dejándome arrastrar solo por esa sensación/ilusión de que algo, más allá de lo inmediato, está en orden y bien hecho…
Perdemos las golondrinas. Y el anuncio se me convierte en metáfora de catástrofe. Y no quiero escribir la pieza pizpireta con Bécquer… Pero ¿cómo evitarlo? :Perdemos las golondrinas y se me nublan los planes, la confianza y el entendimiento.