que significa pensar como un profesional de la salud
Respuestas a la pregunta
Sabemos que “profesión” ha significado clásicamente una promesa solemne de dedicación a una actividad, y que como tal se reconoció en la antigüedad como profesionales sólo a médicos, ministros religiosos y jueces. Las demás actividades humanas, independientemente de su relevancia económica o social, se consideraron oficios. De hecho las universidades hasta la edad media sólo tuvieron facultades de medicina, teología y derecho. En la modernidad esto cambió radicalmente de manera que hoy habitualmente se entiende por profesión cualquier actividad o empleo especializado y remunerado: profesiones liberales, profesiones técnicas, artistas profesionales, deporte profesional, etc. Sin embargo el sentido histórico de la profesión mantiene un significado que necesita ser entendido, no por actitudes nostálgicas sino más bien renovadoras, para comprender en profundidad la misión social de las profesiones, en nuestro caso de las de la salud.
La relación de los médicos con los pacientes se ha hecho progresivamente compleja, con avances tecnológicos, especialización y subespecialización en aumento, costos crecientes, institucionalización de la medicina, control de costos por parte de agencias económicas, y cambios de los indicadores de salud. En este nuevo escenario se han generado capacidades diagnósticas y de tratamiento nunca imaginado hace tan sólo unas pocas décadas. Sin embargo, simultáneamente se han desarrollado relaciones humanas más autónomas y contractuales, expectativas desmedidas por parte de los pacientes y los médicos son actualmente percibidos como técnicos y científicos que priorizan sus intereses personales o institucionales. Se ha llegado así a un escenario de desconfianzas recíprocas entre pacientes con expectativas casi ilimitadas, frustración por los modelos de atención y temores a diferentes formas de abuso o explotación. Nunca en la historia se ha ofrecido una medicina más eficiente y nunca ha habido tanta frustración y desconfianza.
Los médicos, por su parte, han perdido poder y prestigio, se sienten cada vez más incomprendidos, frustrados por las nuevas formas de organización de su trabajo y amenazados por la posibilidad de denuncias legales, generalmente más relacionadas con los resultados que con verdaderas negligencias profesionales. El incremento de las expectativas sociales en salud y los dilemas generados por las nuevas tecnologías que obligan a priorizar prestaciones producen cada vez más presiones sobre los profesionales que son percibidos como técnicos y también como agentes de gastos y de racionamiento de las atenciones. El profesional sometido a esta tensión, sobretodo ante situaciones que implican sobrecarga emocional ante el sufrimiento de pacientes y familiares, tiene el riesgo de presentar el llamado síndrome de “burn-out”: agotamiento emocional, pérdida de la autoestima, tedio en el trabajo y frustración. Lamentablemente las estadísticas muestran en los últimos años un gran aumento de este síndrome en médicos y otros profesionales de la salud.