¿Qué significa la expresión de la virgen María: “Me llamaran Bienaventurada todas las generaciones”?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Hoy, en la Colombia diversa, es común referirse a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, por medio de una especie de mote coloquial: “mamita María”.
El uso indiscriminado de la muletilla justifica la mediocre pasión por la banalidad. Los casos se multiplican con la fuerza arrasadora de la televisora. Las gentes cándidas suelen repetir cual aves psitaciformes, llamadas loras, lo que oyeron. Así, no es extraño que el término “mamita María” haga carrera entre las voces del embuste.
Los directores de ciertas agrupaciones de rezanderos, asociaciones de ley y sin Dios, lanzan frases de este calibre: “…Mamita María y el arcángel san Miguel se me aparecieron anoche en la sala de la casa y me dijeron que un terremoto destruirá a Bogotá…” “…Mamita María me puso en los labios que no te hables con la señora del 412 porque vive en unión libre…” “…Mamita María va a ser un milagro el próximo 13 en la casita de san José…” “…Mamita María me regaló escarcha azul para la buena suerte…”
A estas alturas del texto “…no saben las almas ni los ojos. Si admiración o espanto. Sentir o padecer…” según se canta en la tercera estrofa del Himno Nacional. Admiración por la inmensa capacidad para ignorar la sana, rica y extensa doctrina sobre el tema o espanto por la cantidad de sofismas predicados detrás de una inocente camándula.
¿Será mucho pedir que al menos se tenga en cuenta la Sagrada Escritura en los pasajes del evangelista san Lucas (1,27) donde dice: “…La Virgen se llamaba María…” y más adelante, en Lucas (1,48), la Reina del Cielo proclamó: “…Desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las generaciones…” Y que por sintaxis se puede decir sin temor a equivocarse: “La Bienaventurada Virgen María”.
La petición se hace con base en lo expuesto por su Santidad Pablo VI en la Exhortación apostólica marialis cultus para la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen María.
“…38. Después de haber ofrecido estas directrices, ordenadas a favorecer el desarrollo armónico del culto a la Madre del Señor, creemos oportuno llamar la atención sobre algunas actitudes culturales erróneas. El Concilio Vaticano II ha denunciado ya de manera autorizada, sea la exageración de contenidos o de formas que llegan a falsear la doctrina, sea la estrechez de mente que oscurece la figura y la misión de María; ha denunciado también algunas devociones culturales: la vana credulidad que sustituye el empeño serio con la fácil aplicación a prácticas externas solamente; el estéril y pasajero movimiento del sentimiento, tan ajeno al estilo del Evangelio que exige obras perseverantes y activas. Nos renovamos esta deploración: no están en armonía con la fe católica y por consiguiente no deben subsistir en el culto católico. La defensa vigilante contra estos errores y desviaciones hará más vigoroso y genuino el culto a la Virgen: sólido en su fundamento, por el cual el estudio de las fuentes reveladas y la atención a los documentos del Magisterio prevalecerán sobre la desmedida búsqueda de novedades o de hechos extraordinarios; objetivo en el encuadramiento histórico, por lo cual deberá ser eliminado todo aquello que es manifiestamente legendario o falso; adaptado al contenido doctrinal, de ahí la necesidad de evitar presentaciones unilaterales de la figura de María que insistiendo excesivamente sobre un elemento comprometen el conjunto de la imagen evangélica, límpido en sus motivaciones, por lo cual se tendrá cuidadosamente lejos del santuario todo mezquino interés…”
Pero la documentación no tiene cabida entre las poltronas de la beatería esnobista. Se alega, para justificar el desastre conceptual, que el tema de “mamita María” es parte de la piedad popular… lo cual es un infundio total.