que significa el cartel sonoro de cuerno no entró en todas las chozas las cien familia precipitaron solas ayúdenme coronita a quien me responde
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Tomar cada una de las novelas hispanoamericanas y cernirla de todos esos residuos sonoros que indudablemente son parte de la aventura verbal del novelista. Un instintivo, llamémoslo así, uso de palabras que al chocar unas con otras o al entrelazar sus sílabas, suenan de distinta forma. Antes del lenguaje literario está el sonido. En el sonido empieza la aventura del novelista latinoamericano. Se guía por sonidos. Se oye. Oye a sus personajes. No sabe lo que dicen, pero los oye. Primero —230→ los oye. Luego sabrá lo que hablan. Las mejores novelas nuestras no parecen haber sido escritas, sino habladas.
El sonido de nuestras novelas es, pues, distinto. Sobrepasa los sonidos intraducibles en las lenguas o idiomas tradicionales que forman la base de nuestra manera de expresarnos. Sobrepasa los sonidos intraducibies de las lenguas indígenas y del castellano. No hay otra dinámica verbal fuera de la poesía que la palabra encierra. Y que se revela, primero, como sonido. Y después como concepto. Y por eso, las novelas hispanoamericanas, son grandes masas musicales vibrando, tomadas así, en la convulsión del nacimiento de todas las cosas que en ellas nacen.
Y la aventura sigue en la confluencia de los idiomas. De todos los idiomas hablados por los hombres. Nuestro español está formado por todos los idiomas. No exagero. Además de las lenguas indígenas americanas que entran en su composición, hay la mezcla de las lenguas europeas y orientales que las masas de inmigrantes llevaron a América. El tema es apasionante. Nuestras novelas responden a la fundición de hablas humanas habladas. Y es en la novela donde encontramos ya con cariz literario muchas palabras que se emplean en la conversación y que antes no habían llegado a plasmarse en ningún texto. Lo familiar, lo popular hallan cabida en sus páginas. Un otro idioma, también muy americano, de la América nuestra, va a regar sus destellos sobre sonidos y palabras. El idioma de las imágenes.
A nadie puede sorprender lo que digo. No son pocas las personas que leyendo nuestras novelas, las ven cinematográficamente. No parecen escritas con palabras, sino con imágenes. Y ésta es otra característica esencial del idioma que emplea la novela iberoamericana. Y lo que la diferencia de la novela europea actual. Los escritores europeos rechazan las imágenes. Y por eso todos los esquemas corrientes del arte de novelar en Europa, apenas si tienen ahora quien los siga, o los imite en América. Y no porque se persiga una dramática afirmación de independencia, sino porque nuestros novelistas están empeñados en universalizar la voz de sus pueblos, con un idioma rico en sonidos, rico en fabulaciones, rico en imágenes. Y no porque haya habido una ruptura con lo europeo, no, sino porque, al margen de lo europeo, nos hemos puesto a elaborar lo nuestro.
Fabulación, poesía y pintura americana, tenían necesidad de una lengua universal y ésta se la dio la novela, y mejor si dijéramos colorido, poesía e invención imaginativa encontraron en la novela cauce por donde correr hacia lo universal. Y en manera alguna se trata de un lenguaje creado artificialmente para dar cabida a esa fabulación, o de la llamada prosa poética, sino de un lenguaje vivo, hablado por millones de seres, que conservan en su habla popular todo el lirismo, la fantasía, la gracia, la picardía que caracteriza el lenguaje de la novela latinoamericana.
La poesía-lenguaje que sustenta nuestra novelística es algo así como su respiración. Novelas con pulmones poéticos, con pulmones verdes, con pulmones vegetales. Lo que más atrae a los lectores no-americanos, es lo que nuestra novela ha logrado por los caminos de un lenguaje colorido, sin llegar a ser pintoresco, onomatopéyico —231→ por adherido a la música del paisaje y algunas veces a los sonidos de las lenguas indígenas.
Y al hablar de esta relación entre la lengua de nuestras novelas y los resabios ancestrales que afloran inconscientemente en la prosa empleada en ellas, quiero llamar la atención sobre la importancia que la palabra cobra como entidad absoluta, como símbolo. Es por esto que nuestra prosa se aparta del ordenamiento de la sintaxis castellana, porque la palabra tiene un valor en sí, tal y como lo tenía en las lenguas indígenas. El poder mágico de la palabra entre los indígenas es tal que su sola enunciación basta. No es necesario más que una palabra, exactamente conocida, para develar un misterio, para no extraviarse en lo desconocido, para apropiarse, para adueñarse de los seres y las cosas. Desde luego que esta sintaxis del español americano con resabios de lo indígena, se descubre mejor en nuestras novelas de corte indianizante.
coronita plis. ojala te sirva :)
Explicación:
IDK Y ESTA RESPUESTA ES INUTIL --