Castellano, pregunta formulada por linamariamorales883, hace 5 meses

Que significa combinar la historia con la ficción


linamariamorales883: Gracias

Respuestas a la pregunta

Contestado por Freazky
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Explicación:

Historia y Ficción comparten la circunstancia de ser relato, de tener su esencia en el discurso. Al organizar la «realidad», «los acontecimientos» pre-textuales sin duda alguna, se lo hace extrayéndoles un primer sentido, que los relacione y permita encontrarles la coherencia ya sea en el nivel superficial o en el profundo. Elimina de esa forma la mera enumeración. Esa «puesta en intriga»2 hace posible la marcha del relato, su desarrollo desde un acontecimiento o situación inicial a una final. Es decir, entre los acontecimientos o lo que llamo «realidad» y el relato está el discurso, la escritura que mediatiza, otorga sentido e implica la tarea previa de selección, organización y modificación, por un lado y por otro, un pacto de lectura entre el autor y el receptor que elimina el problema de la verdad o verosimilitud. Lo primero no es pertinente en el discurso ficticio que se mueve en el mundo de lo posible, mientras que la Historia, en el de lo acaecido.

Al poner en relación la Historia y la Ficción, el discurso se complejiza, se advierte la ambigüedad que la Ficción expande, por un lado, hacia los sentidos posibles del mensaje por sus múltiples focalizaciones y por otro hacia la relación Destinador-Destinatario por la no correferencialidad entre el discurso del autor y del narrador. Es decir, el relato ficcional permite observar siempre el desdoblamiento del narrador y a su vez, el surgimiento del texto como un espacio de confrontación de voces, de discursos y de ideologías. La diferencia se advierte en que un autor intenta un texto verídico como puede ser el caso del ensayo mientras el narrador, por su parte, construye un espacio ficcional que mediatiza su mensaje sin necesidad de que esta mediatización tenga como garantía la verdad del autor. De esa forma, el relato ficcional maneja multitud de estrategias que no siempre puede hacer el historiador como por ejemplo la superposición de planos, voces, tiempos, etc.

En el caso de la Historia, Destinador y Destinatario tienden a desaparecer en bien de una mayor objetividad. En el relato ficcional el Tú-Destinatario, en general no es explícito pero siempre está implicado en el contrato de lectura, desde la organización misma del mensaje como proceso dinámico que alcanza su sentido final en la confrontación del discurso enunciador con el del receptor3.

Es en esta relación donde se puede observar, quizá más claramente, una de las múltiples diferencias entre Historia y Ficción. En primer lugar, por lo dicho sobre la importancia de la relación Destinador-Destinatario, y en segundo lugar, por el permanente desdoblamiento del «Yo» narrador, que de autor real, protagonista o testigo de acontecimientos se convierte en el enunciador narrador que mediatiza su experiencia en el discurso y lo expone a permanentes confrontaciones con otros discursos textuales.

El texto ficcional, entonces, pierde su unicidad superficial al troquelarse tiempos y voz narradora pero gana en densidad y plurivocidad en el mensaje. El objeto textual, al ser enfocado desde una multiplicidad de aristas permite una mejor comprensión de sí y de la realidad que lo origina.

A partir de lo ficcional se accede de diferente forma al conocimiento de la realidad ya que no interesa el documento frío o meramente enunciativo para poner la atención desde la interioridad misma del objeto, en la visión que de él tienen multitud de anónimos personajes, en el rescate de su «tempo», en la relación de hechos no significativos desde la óptica del poder pero relevantes para el individuo y que devienen en simbólicos. Es una forma de complementar el discurso histórico al ofrecer muchas veces, el reverso de la historia oficial.

Es decir, la Ficción toma como pre-texto el acontecimiento puntual, un determinado período pero lo mediatiza en el relato y le otorga múltiples sentidos que contribuyen a su configuración, a la comprensión e interpretación de una época. Es lo que ocurre en la actual narrativa argentina que deja de lado la novela histórica tradicional para adentrarse por nuevos caminos en la desmitificación y desenmascaramiento de la sociedad y es asimismo el caso de Daniel Moyano quien no necesita apelar al documento oficial de datos y fechas concretas para otorgar a sus relatos el estatuto interpretativo de veinte años de gobiernos autoritarios, de exilios culturales que culminan en el exilio político, físico, en la pérdida de la identidad, de la tierra, del lenguaje.

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