¿Qué significa ayuno, oración y petinencia?
Respuestas a la pregunta
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Explicación:se si mifica palabras ancestrales
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Es más: ha demolido las barreras que la conciencia levantaba para separar el bien del mal, el odio del amor, por tanto, ahora, ningún camino inmoral obstaculiza que muchos hayan caído en la desesperación, en la ansiedad y en el olvido.
Quizás es el momento de mirar con horror al pecado para limpiar la conciencia, rectificarla y liberarla del fango, con la ayuda de Dios, para sentirnos en paz con nosotros mismos. Para un cristiano, ofender a Dios es un ultraje horrendo, y quizás lo hemos ofendido repetidamente: por eso, el Omnipotente, ahora, nos llama a la penitencia. Nos corresponde a nosotros tomar la decisión.
En el pasado se daba mucha importancia a la penitencia, para recuperar la salvación y devolver al alma su fulgor, mientras que hoy, si descuidamos este elemento, sin considerar que, mediante la penitencia, es posible recuperar las dimensiones penitenciales.
Para evitar este estado,no se deben idear rarezas, sini simplemente devolver un sentido auténticamente penitencial a las tres formas de penitencia que son: la oración, la limosna y el ayuno. Si el pecado altera nuestra relación con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos, podemos, con las obras penitenciales, complacer a Dios con la oración, aliviar las necesidades del prójimo con la solidaridad y reparar nuestras faltas con el ayuno.
La penitencia es el medio más eficaz para purificar nuestras almas de las culpas pasadas e incluso para prevenirse de las futuras. Juan Bautista, el precursor de Jesús, predica la necesidad de hacer penitencia: "Raza de víboras...haced penitencia, dad frutos dignos conversión, porque el reino de los cielos está cerca". Es tan necesaria esta virtud que, si no la practicamos, "moriremos". Los Apóstoles comprendieron tan bien esta doctrina que, desde las primeras predicaciones, insistían en la necesidad de la penitencia como condición preparatoria para el bautismo.
Tras haber pecado, la penitencia es un acto de justicia para reparar la ofensa. La penitencia es una virtud sobrenatural, conectada con la justicia, que inclina al pecador a detestar el pecado porque ofende a Dios y a tomar la firme resolución de evitarlo en el futuro. A la luz de la razón y de la fe, el pecado es un mal,el más grande de los males. Mejor dicho: el único verdadero mal, porque ofende a Dios y nos priva de sus preciosos bienes.
Por otra parte, cuando pecamos y recibimos el perdón mediante la Confesión, permanece en el alma una reminiscencia que provoca un vivo dolor, indispensable para una sincera contricción. Para evitar este mal es necesario tomar la firme decisión y el sincero propósito de evitarlo, huyendo de tales ocasiones y reforzando la voluntad contra las lisonjas tan peligrosas.
Y tanto más si somos conscientes de la miseria en que hemos caído y aun más: nos dará la oportunidad de reacercarnos al bien perdido. Dios recibirá con piedad el sacrificio de nuestro corazón arrepentido, ofrecido como satisfacción por nuestras culpas.