¿Qué rol tenía la Iglesia Católica en el ámbito político?
Respuestas a la pregunta
rol nove
Explicación:
espero que te sirvaa
Presidente de la Asociación Española para el Progreso de la DirecciónEn los últimos años el lenguaje que utiliza la Iglesia Católica no se distingue por su claridad. Tiene ese aire de vaguedad que caracteriza inconfundible mente a las posiciones dubitativas. Ha perdido incluso gran parte de la calidad estética, entre solemne y simple, a que estábamos acostumbrados. De ahí que la interpretación del lenguaje eclesiástico plantee serias y, a veces, insalvables dificultades. Pero hay que intentarlo.
En el artículo anterior me refería a las relaciones entre la Iglesia Católica y el capitalismo, y en este artículo me propongo analizar la actitud de la Iglesia en la evolución política de nuestro país. La permanente del episcopado español en su último comunicado se refiere a este tema, destacando, entre otras, las siguientes orientaciones o recomendaciones que me he permitido numerar al solo objeto de facilitar las referencias.
1. La Iglesia no desea el poder político ni apoyar en él su acción pastoral y, por consiguiente, no entra en el juego de los partidos políticos. Más aún, deseamos que la Iglesia en cuanto tal, en conformidad con la doctrina conciliar, y teniendo en cuenta nuestra experiencia histórica, se mantenga en una actitud de independencia respecto a los distintos partidos políticos.
2. Los cristianos tienen obligación de participar en la política.
3. Nadie debe pretender que su posición sea la única válida según el Evangelio.
4. Los cristianos deberán excluir todo apoyo a aquellos partidos o programas que sean incompatibles con la fe, como, por ejemplo, los que pretenden construir un modelo de sociedad determinada en la que se suprimen los derechos fundamentales y las libertades del hombre, o en la que el lucro sea el motor esencial del progreso económico, la concurrencia de ley suprema de la economía y la propiedad privada de los medios de producción un derecho absoluto. Igualmente, no deberán colaborar con los que empleen la violencia, el odio y la mentira para conseguir sus fines.
5. Consideramos que tanto los obispos como los sacerdotes y los religiosos no deben asumir funciones de militancia activa y de liderazgo en los partidos políticos.
6. La Iglesia, en la medida de sus posibilidades, y utilizando siempre medios conformes con el Evangelio y de acuerdo con su misión temporal, no puede menos que:
- Defender los derechos humanos de todos los ciudadanos.
- Apoyar a los más pobres, débiles y marginados.
- Promover integralmente el desarrollo de la persona humana.
- Ser conciencia crítica de la sociedad y de los propios partidos políticos.
- Formar la conciencia cristiana de los creyentes sobre la política.
- Trabajar por la causa de la paz y de la justicia.
- Relativizar las ideologías.
Iglesia y poder político
Hagamos, en primer lugar, algunas consideraciones generales con respecto a la idea clave de que «la Iglesia no desea el poder político». Si esto es así, ¿cuál es entonces la misión de la Iglesia en la vida política?
La respuesta inicial parece clara. La Iglesia tiene que aplicar en términos estrictos el mensaje del Concilio Vaticano II, que dice textualmente lo siguiente: «Cristo no dio a su Iglesia una misión propia en el orden político, económico o social. La Iglesia no se liga en virtud de su misión y su naturaleza a ninguna forma particular de cultura humana, a ningún sistema económico, político o social. » Ello no le impide a la Iglesia, como sigue diciendo el Concilio, «dar su juicio moral incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona y utilizando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio».