Estadística y Cálculo, pregunta formulada por gonzalezconstanza121, hace 16 horas

que relación tenía el culpable con las víctimas en el marinero de amsterdam ●●●●●●●●●●●●●●☆●●☆●○●☆●●○☆●●☆●☆●☆●●☆●☆●☆☆□○​

Respuestas a la pregunta

Contestado por mahilyazuleja
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Explicación:

Guillaume Apollinaire, el abanderado de los poetas modernos -como con tanto acierto se le ha llegado a llamar- fue también uno de los grandes provocadores de un tiempo -añorado más tarde por Breton- en el que la burguesía aún se escandalizaba. Probablemente fue ésa, y no ninguna otra, la razón de sus textos libertinos, para muchos más fuertes que los de Sade. De vida breve y agitada, ello no le impidió participar en todas las polémicas artísticas que desataron las vanguardias y dejar escrita una bibliografía de referencia obligada tanto para el estudio de las vanguardias como para el de las letras francesas”.

Javier Memba

[Este cuento incluye un comentario, al final, de Paz Díez Taboada]

EL MARINERO DE ÁMSTERDAM

(cuento)

Guillaume Apollinaire (Francia, 1880-1918)

El bergantín holandésAlkmaarregresaba de Java cargado de especias y otras mercancías preciosas.

Hizo escala en Southampton, y a los marineros se les dio permiso para bajar a tierra.

Uno de ellos, Hendrijk Wersteeg, llevaba un mono sobre el hombro derecho, un loro sobre el izquierdo y, en bandolera, un fardo de telas indias que tenía intención de vender en la ciudad, junto con los animales.

Era a principios de primavera, y la noche caía todavía temprano. Hendrijk Wersteeg caminaba a paso ligero por las calles algo brumosas que la luz de gas apenas iluminaba. El marinero pensaba en su próximo regreso a Amsterdam, en su madre, a la que no había visto en tres años, en su prometida, que le esperaba en Monikedam. Sopesaba el dinero que conseguiría de los animales y de las telas y buscaba una tienda en donde vender tales mercancías exóticas.

En Above Bar Street, un caballero vestido muy pulcramente le abordó, preguntándole si buscaba comprador para su loro:

-Este pájaro -dijo- me vendría muy bien. Necesito a alguien que me hable sin que yo tenga que contestarle, pues vivo completamente solo.

Como la mayoría de los marineros holandeses, Hendrijk Wersteeg hablaba inglés. Puso un precio que el desconocido aceptó.

-Sígame -dijo este-. Vivo bastante lejos. Usted mismo colocará el loro en una jaula que hay en mi casa. Me mostrará también sus telas, y puede que haya entre ellas algunas que me gusten.

Muy contento por el trato hecho, Hendrijk Wersteeg se fue con elgentleman, ante el cual, en la esperanza de poder vendérselo también, elogió al mono, que era, decía, de una raza bien rara, una de esas cuyos individuos mejor resisten el clima de Inglaterra y que más se encariñan con el dueño.

Pero pronto Hendrijk Wersteeg dejó de hablar. Malgastaba en vano sus palabras, puesto

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