Castellano, pregunta formulada por simaleris, hace 1 año

Que relación mantiene con la literatura este personaje en la novela el juguete rabioso

Respuestas a la pregunta

Contestado por natylasso10
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Respuesta:

Las experiencias vitales de la niñez y la juventud son fuente principal para la temática literaria de cualquier escritor. Frecuentemente, este toma de sus memorias las ideas y argumentos que forman la enramada básica de sus obras. Borges dijo alguna vez que la obra literaria debería estar siempre alejada de la biografía de su autor; pero este no es un ideal fácil de conseguir en el ejercicio de la escritura.

En Roberto Arlt, la comunión de la obra con la vida es clara y sirve para ejercitar algunos comentarios sobre ella. Los itinerarios de muchos de sus personajes en cuentos y novelas fueron armados por él mismo rememorando aquellos que pudo recorrer en el Buenos Aires de principios del siglo XX, todo esto acompañado con la riqueza de una crítica sobre las problemáticas comunes de la época en la que le tocó vivir.

El juguete rabioso fue su primera novela; la publicó en 1926 luego de hacerle una revisión junto a Ricardo Güiraldes, de quien Arlt era secretario. Había publicado algunas partes del texto en la revista Proa antes de dar definitivamente la novela a la imprenta. Las ediciones posteriores han presentado alguna que otra variante a partir de la primera, la de la Editorial Latina, además de la existencia de un texto publicado en marzo de 1925 en Proa pero que no se incluyó en el libro. Algo de existencialismo y algo de expresionismo se conjugan con el realismo heredado de los novelistas rusos, a quien Arlt frecuentó en su juventud, conformando un libro interesante que definió la impronta del autor.

Desde los inicios de su producción literaria, Roberto Arlt ha sido centro de comentarios críticos enfocados en su estilo. Si bien son evidentes los tropiezos sintácticos y semánticos que se le anotan en el margen a El juguete rabioso –tropiezos que se notan nuevamente en sus obras subsecuentes– estos quedan relegados cuando se advierte el asunto que presenta cada uno de sus libros.

Hablemos de El juguete rabioso. La narración coloca en su eje primario el tema del infortunio, no solamente de Silvio Astier, el protagonista, sino de varios personajes que se van sucediendo capítulo a capítulo. Las andanzas y desventuras del joven Silvio Astier no logran culminar con un resultado satisfactorio, sino que son el ejemplo de una infructuosa lucha por la sobrevivencia y la búsqueda del sustento diario. Que Astier es héroe o antihéroe, poco importa aclararlo. Basta convenir en que es un actante cuyo objeto del deseo es el éxito, la búsqueda por ser admirado; estas son sus aspiraciones personales a las cuales se oponen ciertas circunstancias propias de la vida diaria de la clase baja.

Sus ensoñaciones comienzan a girar a partir de sus lecturas de folletín que describen a los grandes bandoleros, ídolos de su infancia. Silvio aspira a ser el gran bandido cuya historia quede estampada en los archivos de la sociedad, pero no va más allá de ser un pillo del efímero “Club de los Caballeros de la Media Noche”. Es, de igual manera, el futuro gran inventor que ingresa a la Escuela Militar de Aviación para ser expulsado al poco tiempo porque allí no se necesitan “personas inteligentes, sino brutos para el trabajo”. Él está llamado a materializar sus aspiraciones, que son grandes, pero de pronto se ve caminando en la calle, con una canasta para el mandado, empleado de una librería de barrio donde sufre explotación por parte de su patrón, don Gaetano:

¡Oh, ironía!, ¡y yo era el que había soñado con ser un bandido grande como Rocambole y un poeta genial como Baudelaire!

Pensaba:

“¿Y para vivir hay que sufrir tanto..?, todo esto… tener que pasar con una canasta al lado de espléndidas vidrieras…” (1)

Es de ahí de donde parte la grandeza del libro. Arlt conoce profundamente el padecimiento del sector social en el que se desenvuelve Silvio, habla con la voz de su protagonista; él ya vivió lo que el joven, y Silvio es una extensión de su creador, un portador del discurso que el autor ya expresó en su juventud, y la sordidez, la pobreza, la desesperanza, son abrumadoras para el lector que también comulgue con ese discurso. ¿Quién es aquel? Sin duda, el lector que haya conocido de cerca la pátina oscura que deja la carencia sobre las cosas, sobre los cuerpos mismos, aquel que haya experimentado, siquiera un día, el hambre, y la tensa angustia de no poder mitigarla, o el que haya escuchado los ruidos y sentido la bravura del barrio, de cualquier barrio pobre de Hispanoamérica:

Cuánta desolación. La claridad azul remachaba en el alma la monotonía de toda nuestra vida, cavilaba hedionda, taciturna. Desde afuera oíase el canto triste de una rueda de niños:

La torre en guardia.

La torre en guardia.

La quiero conquistar.

[…]

“Y así es la vida, y cuando yo sea grande y tenga un hijo, le diré ‘tenés que trabajar. Yo no te puedo mantener’. Así es la vida”. Un ramalazo de frío me sacudía en la silla. (2)

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