Religión, pregunta formulada por mirteys, hace 1 mes

qué relación hay entre bautismo, primera comunión y confirmación

Respuestas a la pregunta

Contestado por parque1976
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Respuesta:

La iniciación cristiana es el proceso de convertirse en miembro de la Iglesia Católica. Los sacramentos de Bautismo, Confirmación y Eucaristía nos introducen en la Iglesia. El Bautismo lleva a los católicos a los otros dos sacramentos de iniciación: la Confirmación y la Eucaristía

Explicación:

La diócesis de Alcalá de Henares ha decidido recuperar el orden tradicional de los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Me parece una excelente noticia, y el comienzo de un cambio de tendencia con relación a lo que, hasta ahora, se venía practicando, al menos durante las últimas décadas.

Cuando hablamos de “iniciación cristiana” nos referimos a ese proceso que consiste en poner los fundamentos de toda la vida cristiana. Una casa no se comienza a construir por el tejado, sino por el cimiento. Sobre él descansa todo el edificio. Lo mismo sucede con la vida de fe. Toda ella se apoya en la regeneración bautismal, en ese nuevo nacimiento que es “confirmado” - es decir, robustecido y perfeccionado - , por el sacramento de la Confirmación, y acrecentado y renovado por la Comunión.

No somos nosotros quienes ponemos las bases del edificio de la fe; es Dios quien se ocupa de ello. Es Él quien nos da lo que sólo Él nos puede dar: la participación en la naturaleza divina mediante la gracia de Cristo. Y esta donación es gratuita.

En el Bautismo no nos “liberamos” del pecado; somos liberados. No nos “regeneramos” a nosotros mismos, sino que somos regenerados. No nos “hacemos”, por propia iniciativa, miembros de Cristo, sino que es el Espíritu Santo quien nos une al Cuerpo místico, incorporándonos a la Iglesia y haciéndonos partícipes de su misión.

También nuestro papel en la Confirmación es secundario – aunque importante - con relación al papel principal, el de Dios. El sacramento de la Confirmación, cuya recepción es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal, nos une más íntimamente a la Iglesia, nos enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo y, en consecuencia, nos obliga aún más a ser testigos de Cristo.

El proceso de la iniciación cristiana, la cimentación de la vida de fe, tiene su culmen en la Eucaristía, en la participación en el sacrificio mismo del Señor. Por la Comunión, se acrecienta nuestra unión con Cristo, para que podamos permanecer en Él y Él en nosotros, según leemos en el capítulo sexto del evangelio de San Juan.

El proceso de la iniciación cristiana no es un maratón; no equivale, tampoco, a una convocatoria de oposiciones para obtener la entrada en la casa de la Iglesia. Los sacramentos son eficaces no por la virtud del hombre, sino por el poder de Dios, aunque sus frutos dependan también de las disposiciones de quien los recibe. Podríamos poner un ejemplo, con las limitaciones que lleva consigo toda comparación: Dios nos concede una herencia valiosísima, y otorga este testamento de forma gratuita. De nosotros, sus herederos, dependerá administrar mejor o peor ese legado, que puede dar, en consecuencia, más o menos frutos, pero la herencia nos ha sido, irrevocablemente, entregada.

Al respecto, y refiriéndose al sacramento de la Confirmación, el “Catecismo” explica: es preciso “no confundir la edad adulta de la fe con la edad adulta del crecimiento natural”, y no “olvidar que la gracia bautismal es una gracia de elección gratuita e inmerecida que no necesita una ‘ratificación’ para hacerse efectiva” (n. 1308).

Creo que la decisión de la diócesis de Alcalá de Henares es oportuna. Por cuatro razones:

1ª) Salvaguarda con mayor claridad la unidad de la iniciación cristiana.

2ª) Garantiza, en mayor medida, que la iniciación cristiana no quede incompleta.

3ª) Recupera el orden tradicional de los sacramentos de iniciación: Bautismo (origen), Confirmación (crecimiento), Eucaristía (sustento).

4ª) Subraya con énfasis la primacía de la gracia de Dios sobre el “compromiso” humano, sin aniquilar ni despreciar este último elemento.

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