¿qué relación existe entre la religión (ritualidad) y el consumo?
Respuestas a la pregunta
1. Explicación:
La sociedad de consumo es un engendro de la técnica y el capitalismo. Los medios de comunicación masivos juegan un rol importante en esta situación, ya que son utilizados para condicionar a los consumidores a un estilo de vida en que se trabaja para ganar, se gana para comprar y se compra para valer. Como vuelve a decir Jacques Ellul, “el estilo de vida es formado por la publicidad”.
La publicidad está controlada por gente cuyos intereses económicos están ligados a aumento de la producción y este a su vez depende de un consumo que solo es posible en una sociedad en la cual vivir es poseer. La técnica se pone así al servicio del capital para imponer la ideología del consumo. Está al servicio del capital, no al servicio de los hombres y las mujeres.
En consecuencia, los hombres y mujeres se convierten en seres unidimensionales- un tornillo de una gran maquinaria que funciona según las leyes de la oferta y la demanda-, es la causa principal de la contaminación ambiental y crea una inmensa brecha entre los que tienen y los que no tienen a nivel nacional y entre los países ricos y los países pobres a nivel internacional. Esta brecha continúa creciendo. Pese a los avances tecnológicos y una expansión industrial que no tiene precedentes en la historia humana. Hoy el mundo subdesarrollado está más lejos que nunca de la solución a sus problemas.
La sociedad de consumo ha impuesto un estilo de vida que hace de la propiedad privada un derecho absoluto y coloca el dinero por encima de los hombres y las mujeres y la producción por encima de la naturaleza. Esta es la forma que hoy toma donde el sistema en el cual la vida humana ha sido organizada por los poderes de destrucción. El peligro de la mundanalidad es este: el peligro de un acomodamiento a las formas de este mundo malo con todo su materialismo, su obsesión por el éxito individual, su egoísmo enceguecedor.
La sociedad de consumo vive fascinada con las apariencias, con la belleza del cuerpo humano y su exhibición; vive obsesionada con el estatus, el tener, el dominar y el poseer.
La sociedad de consumo no nos da espacios para reflexionar, pues quiere que primero actuemos y luego pensemos: primero comprar y luego saber para qué comprar. La sociedad de consumo busca perturbarnos, ocuparnos, invadir nuestro interior, invadirlo todo; es una forma nueva de hacernos esclavos. Por eso, el sistema económico de hoy no quiere individuos que piensen críticamente, sino que compren impulsivamente; no nos permite espacios para la interioridad.
Para lidiar con los grandes enigmas de la vida, el ser humano creó las religiones. En ellas pretende encontrar la luz que necesita para develar el misterio que envuelve su origen y su destino, para interpretar el sentido y el propósito de la existencia, para descubrir las causas del dolor que lo aqueja; y, en fin, para encontrar un poco de alivio a sus incontables males.
Sin embargo, estas religiones que la humanidad se ha dado, acabaron por institucionalizarse. Y al hacerlo, se convirtieron en organismos trasnacionales que, por momentos, aparecen ante nuestros ojos como grandes estructuras de poder y, los objetivos originales que propiciaron su aparición y que estaban revestidos de profunda espiritualidad, han quedado sepultados por esa avalancha de intereses que ahora ahoga a los cultos religiosos. Precisamente, esa ausencia de espiritualidad que se manifiesta en las grandes religiones del mundo, es la que nos mueve a pensar que religión y espiritualidad no son lo mismo.