Historia, pregunta formulada por lareyna9510, hace 7 meses

Qué reflexión puedes hacer sobre la vida de los pobladores durante el período de la industria azucarera en ala isla?

Respuestas a la pregunta

Contestado por calebledezmasap
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Respuesta: Los estudios sobre temas rurales, realizados durante las últimas dos décadas, han comprobado que las haciendas no eran unidades productivas aisladas, que tenían una economía cerrada, orientada a la producción de bienes para el autoconsumo, tal y como lo planteó François Chevalier en su obra La formación de la hacienda en la época colonia1. Es ahora un hecho aceptado que las haciendas producían para el mercado y que, por lo tanto, tenían una proyección importante hacia el exterior. Sin embargo, las relaciones con el exterior no se limitaban a la comercialización del azúcar, sino que abarcaban muchos aspectos más, debido a que las haciendas estaban vinculadas de innumerables formas con el mundo exterior. Había conexiones con otras regiones de la Nueva España, con la capital del virreinato, con la metrópoli española, con el resto del imperio español y con otras partes del mundo. Hasta ahora estas conexiones no se han estudiado en forma sistemática.

2La lectura del libro de Eric R. Wolf Europa y la gente sin historia, me motivó a reflexionar en que medida la tesis central que plantea (y que se puede resumir en la frase de que «... el mundo de la humanidad constituye un total de procesos interconectados») es aplicable a las haciendas azucareras de Cuernavaca-Cuautla en la época colonial. El propósito del presente escrito es plantear algunas ideas al respecto.

En primer término, la existencia misma de las haciendas se debía a una influencia externa, ya que la caña de azúcar y la tecnología para procesarla provenían de fuera. Como se sabe, la cana es originaria del continente asiático y fue introducida por los españoles poco tiempo después de la conquista de Tenochtitlan. Hernán Cortés la introdujo en Cuernavaca-Cuautla en 1523, y a partir de esa fecha tuvo una amplia difusión y se convirtió paulatinamente en el cultivo más importante de la región. Este fenómeno implicó cambios profundos en la ecología. Se alteraron la flora y la fauna originales, se transformó el sistema hidrográfico y se devastaron los montes para el suministro de leña. Los productos que tradicionalmente se explotaban, tales como el algodón, fueron desplazados y el cultivo de los alimentos de subsistencia (maíz y frijol) disminuyó, de manera que los pobladores se hicieron más dependientes del exterior en cuanto a su alimentación. Las prácticas agrícolas cambiaron y los campesinos se tuvieron que adaptar a nuevas técnicas de cultivo y a diferentes ciclos agrícolas.

La explotación de la caña de azúcar en grandes unidades productivas asimismo alteró la forma de vida de los moradores de la región. A medida que las haciendas se consolidaron, se impuso un modelo de explotación de la tierra que provenía de Europa y que implicaba cambios profundos en las prácticas agrícolas tradicionales. Muchos campesinos, que anteriormente trabajaban por su propia cuenta, o que explotaban la tierra en forma comunal, se convirtieron en peones de los ingenios y trapiches, lo que implicó que se volvieron dependientes del hacendado, perdieron el control sobre todo el proceso productivo, se especializaron en una sola actividad y vivieron a expensas de un salario.

Pero no sólo la caña y la manera de explotarla llegaron de fuera, sino también una parte importante del elemento humano, ya que el núcleo de la fuerza de trabajo de los ingenios lo formaron los esclavos negros, que fueron introducidos en forma masiva en la región. La llegada de los primeras negros data de los inicios de la explotación azucarera, ya que los ingenios necesitaban trabajadores especializados, versados al proceso de la fabricación del azúcar. Se introdujeron entonces algunos esclavos africanos procedentes de ingenios antillanos. Los dueños de ingenios compraron, además, algunas remesas de negros no especializados a traficantes esclavistas, para complementar la mano de obra indígena.

A lo largo de los años los ingenios fueron capaces de reproducir su propia fuerza de trabajo especializada, de manera que dependieron menos de la mano de obra calificada proveniente del exterior, aunque persistió cierta dependencia de las Antillas, que siempre tuvo la delantera en cuestiones tecnológicas en relación a la producción novohispana. Una mayor importancia tuvo, por lo tanto, la introducción de negros no especializados, a los que se adiestraba una vez que se encontraban en el ingenio y que se empleaban en el procesamiento del azúcar y, en menor medida, en las labores agrícolas y en actividades, tales como el cuidado del ganado, la herrería y la carpintería, entre otras.

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