Religión, pregunta formulada por Alana8208, hace 11 meses

que refles
ion te deja el salmos 123

Respuestas a la pregunta

Contestado por yurleydayannag
4

Respuesta:

Es un salmo breve, intenso y lleno de fuerza,

y sobre todo de confianza.

Explicación:

Una confianza prácticamente invulnerable

entreteje las fibras del salmo haciendo de él

uno de los salmos más concisos e intensos.

Hay en sus entrañas una enorme tensión

a punto de ser disparada hacia las alturas

donde habita el Señor.

"A Ti levanto mis ojos".

Los ojos levantados son el símbolo

del ser entero en movimiento,

en tensión, en expectación,

enfilados y proyectados, esperando, suspirando,

deseando la asistencia, la gracia, la misericordia;

una expectación, por otra parte,

entretejida de seguridad,

y basada ésta en las antiguas experiencias.

"Como están los ojos del esclavo

fijos en las manos de su señor,

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos fijos en el Señor,

Dios nuestro,

esperando su misericordia."

El versículo 2 nos entrega dos preciosas figuras

que expresan admirablemente

esta confianza expectante del salmista:

"los ojos del esclavo fijos en las manos de su señor".

El esclavo no tiene nada, ni se siente con derechos,

no toma iniciativas, ni tiene responsabilidades,

no es nada.

Y, si algo es,

es por lo que pueda participar de su señor.

Para el esclavo su amo lo es todo,

señor y dios,

de alguna manera un ser omnipotente.

De él espera todo porque de él emana el destino.

Por eso el esclavo siente reverencia por su amo.

Ahora bien, en el versículo 2,

desde su experiencia de desvalimiento y su nada,

todo el ser del esclavo, simbolizado en sus ojos,

está atento, expectante,

esperando de su señor órdenes,

benevolencia, decisiones.

Así nuestros ojos, es decir,

corazón, alma, cuerpo, atención, intención,

recuerdos, anhelos, respiración,

en suma la totalidad de nuestro ser,

está enfilada, proyectada, en "tus manos",

es decir, en tu bondad y tu poder,

en tu ternura y compasión,

en la dilatada anchura de tu corazón.

Y no espero un sueldo ni espero un premio,

sino otra cosa: tu misericordia.

Y, naturalmente,

donde está la misericordia están todos los bienes:

hay libertad, se respira paz,

el alma se reviste de fortaleza,

hay descanso en la fatiga,

no hay miedo frente al futuro,

nada falta, las heridas son curadas,

la sed apagada, los anhelos colmados,

las expectativas cumplidas…

en tu Misericordia lo tenemos todo.

"Piedad, Señor, piedad,

que estamos saciados de desprecios;

estamos saciados del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos."  

En los versículos 3 y 4

la asamblea recoge la última palabra

y la repite en alta tensión y en forma reiterativa,

mientras describe brevemente

la situación dramática del pueblo,

harto ya del sarcasmo de los satisfechos

y del desprecio de los orgullosos.

Y el pueblo, sintiéndose nada,

y humillado por los poderosos,

y no pudiendo esperar nada de sí mismo,

una infinita confianza lo mantiene en pie,

suspirando y esperando la misericordia del Señor,

de quien le viene todo bien.

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