Geografía, pregunta formulada por aguszapata2005, hace 6 meses

que recursos se pretenden explotar?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por rogercano2003
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Explicación:

Algunas empresas exploran para, por ejemplo, ofrecer productos innovadores. Otras empresas explotan, a veces de manera constructiva, por ejemplo para ofrecernos precios más bajos; y otras de manera destructiva, exprimiendo a sus trabajadores, proveedores y clientes en lugar de construir con ellos relaciones sostenibles. Una economía saludable favorece a los exploradores que se sirven a sí mismos sirviéndonos a nosotros. Sin embargo, demasiadas economías actualmente están favoreciendo a los explotadores que se sirven a sí mismos a nuestra costa.

Fijémonos en los rescates financieros de algunas de las empresas en peor estado, en las subvenciones y exenciones fiscales a los más ricos. Consideremos las noticias sobre fraudes y otras formas de delitos societarios que quedan impunes. (Si quiere infringir la ley y no ir a la cárcel, le recomiendo que lleve un cuello blanco.) El problema es que los explotadores están acaparando gran parte de la riqueza mundial, mediante el reforzamiento de sus posiciones establecidas.

No esperen de los economistas una solución a este problema. Ellos trabajan en las grandes alturas de las teorías abstractas y las estadísticas agregadas, mientras que la economía opera sobre el terreno, donde se fabrican los productos y se prestan los servicios a los clientes. Aquí es donde se está enquistando el problema, en la mala gestión de muchas empresas en beneficio de los incentivos inmediatos. Y es aquí también donde la economía debe ajustarse, con paciencia y determinación, empresa a empresa. (Véase: Rebuilding American Enterprise.)

La explotación de las externalidades

En un mundo en el que prima la explotación puedo hacer lo que quiera con las cosas que me pertenecen, sin importarme en absoluto cualquier consecuencia social o medioambiental negativa que pueda derivarse. Los economistas tienen una palabra muy útil para referirse a estas consecuencias desagradables: externalidades. En la práctica, lo que quiere decir es que mientras unos pocos obtienen ganancia de los beneficios tangibles que producen sus propiedades, todos los demás cargan con los costes intangibles; como lo son el aire contaminado por una fábrica ajena y los problemas psicológicos de los trabajadores despedidos como consecuencia de los recortes en las empresas. (Este proceso de despedir a un gran número de trabajadores se ha convertido en la sangría de nuestro tiempo —el remedio para cualquier problema empresarial.)

Pero no piensen que son solo ellos. Soy yo también; y usted.

Tomemos el sencillo ejemplo de la basura. En donde yo vivo, puedo tirar a la basura todo lo que quiera, no me cuesta nada. Además, reciclar supone un esfuerzo, así que ¿por qué debería molestarme en hacerlo?

El funesto fallo de este planteamiento es que no existen actividades humanas sin externalidades, y estas se están acumulando a un ritmo insostenible. Puede que tirar la basura no tenga ningún coste para mí, pero sí lo tiene para todos nosotros. Lo que muchos de nosotros podríamos permitirnos, nuestro planeta no se lo puede permitir: nuestros microcomportamientos están causando macrodestrucción.

Los economistas nos dicen que si económicamente podemos permitírnoslo, podemos hacerlo: conducir coches devoradores de gasolina, amasar posesiones que ni siquiera podemos llegar a disfrutar, comer en exceso mientras nuestros vecinos pasan hambre. La oferta y la demanda se encargarán de solucionar el problema. (Pruebe a decirle eso a su vecino hambriento.) Así que, en lugar de acabar con las prácticas destructivas, tratamos de encarecerlas para reducir la demanda. Esta idea es básicamente perversa: solo a los ricos se les permite darse el lujo de consumir ciertos bienes o servicios. ¿Pero qué sucede en el mundo cuando muchos de nosotros podemos permitirnos tales lujos mientras que otros, mucho más numerosos.

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