que rasgos semejantes se observan entre la zona arqueológica de Tula Hidalgo y la de Chichen Itza de los mayas
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to Templo Mayor, se han descubierto numerosos elementos arquitectónicos, escultóricos y
cerámicos que muestran el interés de los Aztecas por crear o recrear en su ciudad capital imágenes de
pueblos y culturas ya desaparecidos, de los cuales indudablemente la ciudad de Huitzilopochtli se
consideraba heredera y continuadora de culturas ancestrales como lo fue la Tolteca. Como se ha
mencionado ya en ocasiones anteriores, los Aztecas retomaron patrones formales y estilísticos de
culturas anteriores a la suya y con su estética propia las reinterpretaron dando así, su versión del
pasado.
El presente trabajo es el resultado de una constante y profunda reflexión acerca del significado
que para los Mexicas tuvieron las diversas culturas que les antecedieron y las cuales innegablemente
poseían una vasta información. Así, se podría decir que fue Tula, y todo lo que representaba, la que
mayor impacto debió tener en la mentalidad de los Tenochcas; por las razones obvias, de acuerdo a las
evidencias arqueológicas, hubo una larga ocupación Azteca del lugar, inclusive algunos autores
consideran que los Mexicas, junto con otros pueblos, contribuyeron en su momento a la caída del poder
Tolteca, habitando sobre los restos de la antigua Tula; pero por sobre todo esto se considera que fue
mucho más importante que el propio conocimiento de los elementos Toltecas, la imagen que la ciudad
de Quetzalcoatl tenía como creadora de cultura, poder y civilización.
De ahí que si Tenochtitlan se consideraba a sí misma la nueva capital del universo, el nuevo
centro del mundo debería ser, de alguna manera, la legendaria Tula.
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Ahora bien, el foco medular de esta investigación estuvo centrado en la cultura que se
desarrolló en la zona arqueológica de Tula, Hidalgo (Figura 1); a lo largo de este proceso de estudios
relacionados con su historia, mitos, origen, estructuras, esculturas, cerámica y otros, se concluyó que
para poder entender a esta cultura, era necesario manejar y conocer sus relaciones con otros grupos
que compartieron su tiempo y espacio. Las claras evidencias de su estrecho vínculo con el área Maya
condujeron, hace ocho años aproximadamente, a proponer una lectura de la zona arqueológica de
Chichen Itza, sin este conocimiento no se podría comprender qué sucedió en Tula, Xicocotitlan y, quizá,
en otros sitios del Altiplano Central anteriores a este grupo.