que quiere decir este texto?
la hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro dios permanece para siempre
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La hierba se seca y la flor se cae
El apóstol Pedro decía: “Porque toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre (1 P. 1:24-25).
Aquí el apóstol, citando a Isaías 40:6-7, nos recuerda que nuestra vida es como la hierba y la flor: un día está, y al siguiente desaparece. Así es nuestra existencia. Pero Pedro dice algo más, algo igual de importante: “y toda la gloria del hombre como flor de la hierba” (v. 24). Es decir, la gloria del hombre también es temporal y efímera.
Las cosas en las que el hombre del mundo pone su gloria y confianza son pasajeras: los bienes en los que se deleita, en los que pone su esperanza y en los que se jacta, son temporales; las cosas en las que invierte su tiempo, a las que se consagra y en las que se afana son transitorias. Hoy están y mañana no.
Entonces, no solo nuestra vida es breve. También lo son las cosas de esta vida. No solo nuestra existencia es efímera, lo terrenal también lo es. No solo los años son frágiles y pasajeros, sino también todo lo que perseguimos en este mundo.
Creo que hay dos cosas que se nos sugiere con esta manera de hablar.
Lo primero que Pedro sugiere entre líneas es la necedad de estimar lo terrenal como si fuese permanente. Es insensato e inútil vivir obsesionados por las cosas de este mundo. La profesión, la estabilidad financiera, y los bienes son transitorios. La reputación, la belleza, la apariencia física, la salud, las relaciones, y los negocios también son efímeros y pasajeros.
Lo segundo que Pedro quiere recordarnos es que debemos vivir para lo eterno. Invertir nuestra vida para lo que permanece. Por eso debemos vivir para Cristo, para lo que no perece ni se marchita. Esa es la vida más sabia, coherente, y sin desperdicio.
El apóstol Pedro decía: “Porque toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre (1 P. 1:24-25).
Aquí el apóstol, citando a Isaías 40:6-7, nos recuerda que nuestra vida es como la hierba y la flor: un día está, y al siguiente desaparece. Así es nuestra existencia. Pero Pedro dice algo más, algo igual de importante: “y toda la gloria del hombre como flor de la hierba” (v. 24). Es decir, la gloria del hombre también es temporal y efímera.
Las cosas en las que el hombre del mundo pone su gloria y confianza son pasajeras: los bienes en los que se deleita, en los que pone su esperanza y en los que se jacta, son temporales; las cosas en las que invierte su tiempo, a las que se consagra y en las que se afana son transitorias. Hoy están y mañana no.
Entonces, no solo nuestra vida es breve. También lo son las cosas de esta vida. No solo nuestra existencia es efímera, lo terrenal también lo es. No solo los años son frágiles y pasajeros, sino también todo lo que perseguimos en este mundo.
Creo que hay dos cosas que se nos sugiere con esta manera de hablar.
Lo primero que Pedro sugiere entre líneas es la necedad de estimar lo terrenal como si fuese permanente. Es insensato e inútil vivir obsesionados por las cosas de este mundo. La profesión, la estabilidad financiera, y los bienes son transitorios. La reputación, la belleza, la apariencia física, la salud, las relaciones, y los negocios también son efímeros y pasajeros.
Lo segundo que Pedro quiere recordarnos es que debemos vivir para lo eterno. Invertir nuestra vida para lo que permanece. Por eso debemos vivir para Cristo, para lo que no perece ni se marchita. Esa es la vida más sabia, coherente, y sin desperdicio.
hola159874:
mucho texto
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