Religión, pregunta formulada por ZeroGamerSM, hace 1 mes

¿Qué pregunta le hace un interprete de la ley a Jesús? (Lucas 10, 25-37)

Respuestas a la pregunta

Contestado por gabyalejandra150
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Respuesta:

Para no salir mal parado de una conversación con Jesús, un maestro de la ley termina preguntándole: «Y ¿quién es mi prójimo?». Es la pregunta de quien solo se preocupa de cumplir la ley. Le interesa saber a quién debe amar y a quién puede excluir de su amor. No piensa en los sufrimientos de la gente.

Contestado por reynamac83
1

Respuesta:

El interlocutor de Jesús hace dos preguntas. La pregunta inicial fue: “¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” (v. 25). La metodología de Jesús para responder es muy curiosa. Jesús formula otra pregunta y cuando su interlocutor responde, da la respuesta por correcta y le envía a ponerlo en práctica. La segunda pregunta a Jesús fue: “¿Y quién es mi prójimo?” (v. 29). Para dar respuesta a esta segunda pregunta, Jesús hace uso de una historia que mantiene cautivos a los oyentes; en primer lugar por ser un evento muy común y en segundo lugar, porque esperan el desenlace. Al finalizar la historia, Jesús formula una pregunta, da la respuesta por correcta y envía al intérprete de la ley a ponerlo por práctica.

La historia trata de un hombre, probablemente judío, quien bajaba de Jerusalén camino a Jericó; fue asaltado, golpeado y dado por muerto, siendo abandonado a la orilla del camino. Pasaron un sacerdote y un levita. Ninguno de los dos lo auxilió por temor a contaminarse. Después pasó un samaritano, quien sí se acercó y lo auxilió; lo llevó a un mesón y cubrió todos los gastos hasta que se reestableció, ofreciéndose a pagar más si los gastos superaban los dos denarios que dejaron como cobertura.

La historia adquiere mayor significado cuando analizamos algunos aspectos:

Los oyentes sabían que ese camino era un lugar propicio para que los asaltantes se mantuvieran al acecho de víctimas sin ser descubiertos. El historiador judío Josefo lo denomina “El camino rojo o camino de sangre.”

Seguramente se cuestionó a este varón que fue asaltado por atreverse a ir por ese camino con posesiones.

El sacerdote y el levita antepusieron las tradiciones religiosas (evitar acercarse a alguien que tal vez estuviera muerto) a las demandas que establece la ley sobre el cuidado y protección a nuestro prójimo.

Los judíos y los samaritanos eran enemigos ancestrales, a tal grado que una partera judía negaría su auxilio a una mujer samaritana, porque ésta traería un nuevo gentil al mundo.

Aunque Levítico 19:18 y 34 es inclusivo en relación a quién es nuestro prójimo, lo común era que el pueblo judío, manifestando una actitud exclusivista, asumiera que el prójimo era otra persona judía.

De los samaritanos solo se esperaban acciones negativas y desagradables

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