¿Qué posición tiene el hombre, en relación con el desarrollo de la historia, según Giovanni Pico della Mirandolla?
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Hay un personaje interesante que no se conformó con meajas de la vida terrena e hizo todo cuanto estuvo al alcance de las potencias y facultades humanas por trascender al hombre y colocarlo en el centro del mundo hasta elevarlo a un estado espiritual insospechado. Le tocó vivir una época de notables contrastes dentro de dos movimientos culturales de suma importancia: el Renacimiento y el Humanismo. Él fue Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), italiano, discípulo de Raimundo Lulio y Marsilio Ficino; pasó a la historia como un gran erudito, humanista, filósofo, teólogo y místico. Breve, su vida; rico, su pensamiento.
Lo importante del pensamiento de Pico della Mirandola es que, entre otras cosas, señala pautas que pueden hacer posible la transformación de la vida personal, condición sin la cual no es factible la generación de un cambio en la sociedad para lograr un clima de tolerancia y convivencia pacífica. Ciertamente, della Mirandola aportó un gran mensaje a la gente de su tiempo, pero aún tiene mucho qué decir al hombre del siglo XXI. El suyo es un mensaje humano y divino, trascendente, vital.
¿Cuál y cómo es ese mensaje que aportó en su tiempo y por qué se hace vigente actualmente? Recordemos que el Renacimiento comprende por lo menos tres siglos, que van desde finales del XV hasta principios del XVII. Se caracteriza —sabemos—, ante todo, por una recuperación de la cultura antigua de los pueblos clásicos, Grecia y Roma, y por la confluencia de varios factores que permitieron el inicio de una nueva era. Es un periodo en el que ocurren profundas transformaciones en todos los aspectos de la vida humana; quizá por esto no puede hablarse de un solo Renacimiento, ya que cada país toma diversos matices y varía, también, en sus personalidades representativas. Dicha recuperación de la cultura antigua abrió el camino para el "descubrimiento del hombre" en lo que tiene de valioso; tendencia conocida con el nombre de Humanismo, cuya característica fundamental es la exhumación de la cultura y arte antiguos, cultura pagana a la cual los humanistas pretenden embonar con la doctrina cristiana.
Humanistas como Lorenzo Valla, Lebrija, Erasmo, Vives, entre tantos otros, se esforzaron por construir un nuevo tipo de hombre al demostrar la grandeza natural de éste —anterior a la impronta del cristianismo— y la santidad de los gentiles ilustres a quienes el catolicismo situaba en el infierno o en el purgatorio por no haber participado de la gracia divina. De esa manera, el mundo pagano cobraba dignidad; pero, por otro lado, se observaba que en ciertas partes de Europa había una tendencia paganizante, a veces al margen del dogma y la moral cristianos; sucedió tan así que en los conventos se llegaron a notar un marcado relajamiento en las costumbres y confusión en las verdades doctrinales. Una nota distintiva tanto del Renacimiento como del Humanismo es la afirmación de la individualidad y de la conciencia religiosa de manera autónoma (recordemos a Erasmo de Rotterdam), y el misticismo es producto directo y fiel del Renacimiento en cuanto que se explica como producto de la inquietud individualista de la época. Los místicos, sin embargo, no se adaptan al medio ambiente de relajamiento —que el propio Vaticano toleraba—, sino que se oponen a él, lo cual demuestra que el misticismo significa, en el marco del Renacimiento, su afirmación y su negación.
La etapa que antecedió inmediatamente al Renacimiento, la Edad Media, se caracterizó por un orden debidamente establecido por Dios; en todo había una perfecta armonía, pues era producto de un plan divino y estricto donde todos ocupaban el lugar debido. De manera que, para el hombre medieval, Dios es el eje de todo cuanto existe. Podría decirse que la cosmovisión, las ideas, los valores y las actividades de los medievales fueron expresiones de la intensa fe cristiana. Pico della Mirandola intenta recuperar la dignidad del hombre pero para volcarlo hacia Dios, lo cual significa que su misticismo deriva mediatamente de la Edad Media. Abre dimensiones humanas que tocan lo divino, se proyecta a la suma trascendencia, va más allá del conocimiento racional; intuye, a través de la fe, que el hombre puede llegar a dimensiones jamás vislumbradas por la razón; ve la esencia y la grandeza del hombre en la capacidad ilimitada de superación humana y espiritual, en lograr y fijar un puesto, una imagen trascendente por propia elección, pues gracias a la libertad está colocado en "el centro del mundo"; el hombre es el rey de las cosas inferiores y cuenta con la suficiente
Lo importante del pensamiento de Pico della Mirandola es que, entre otras cosas, señala pautas que pueden hacer posible la transformación de la vida personal, condición sin la cual no es factible la generación de un cambio en la sociedad para lograr un clima de tolerancia y convivencia pacífica. Ciertamente, della Mirandola aportó un gran mensaje a la gente de su tiempo, pero aún tiene mucho qué decir al hombre del siglo XXI. El suyo es un mensaje humano y divino, trascendente, vital.
¿Cuál y cómo es ese mensaje que aportó en su tiempo y por qué se hace vigente actualmente? Recordemos que el Renacimiento comprende por lo menos tres siglos, que van desde finales del XV hasta principios del XVII. Se caracteriza —sabemos—, ante todo, por una recuperación de la cultura antigua de los pueblos clásicos, Grecia y Roma, y por la confluencia de varios factores que permitieron el inicio de una nueva era. Es un periodo en el que ocurren profundas transformaciones en todos los aspectos de la vida humana; quizá por esto no puede hablarse de un solo Renacimiento, ya que cada país toma diversos matices y varía, también, en sus personalidades representativas. Dicha recuperación de la cultura antigua abrió el camino para el "descubrimiento del hombre" en lo que tiene de valioso; tendencia conocida con el nombre de Humanismo, cuya característica fundamental es la exhumación de la cultura y arte antiguos, cultura pagana a la cual los humanistas pretenden embonar con la doctrina cristiana.
Humanistas como Lorenzo Valla, Lebrija, Erasmo, Vives, entre tantos otros, se esforzaron por construir un nuevo tipo de hombre al demostrar la grandeza natural de éste —anterior a la impronta del cristianismo— y la santidad de los gentiles ilustres a quienes el catolicismo situaba en el infierno o en el purgatorio por no haber participado de la gracia divina. De esa manera, el mundo pagano cobraba dignidad; pero, por otro lado, se observaba que en ciertas partes de Europa había una tendencia paganizante, a veces al margen del dogma y la moral cristianos; sucedió tan así que en los conventos se llegaron a notar un marcado relajamiento en las costumbres y confusión en las verdades doctrinales. Una nota distintiva tanto del Renacimiento como del Humanismo es la afirmación de la individualidad y de la conciencia religiosa de manera autónoma (recordemos a Erasmo de Rotterdam), y el misticismo es producto directo y fiel del Renacimiento en cuanto que se explica como producto de la inquietud individualista de la época. Los místicos, sin embargo, no se adaptan al medio ambiente de relajamiento —que el propio Vaticano toleraba—, sino que se oponen a él, lo cual demuestra que el misticismo significa, en el marco del Renacimiento, su afirmación y su negación.
La etapa que antecedió inmediatamente al Renacimiento, la Edad Media, se caracterizó por un orden debidamente establecido por Dios; en todo había una perfecta armonía, pues era producto de un plan divino y estricto donde todos ocupaban el lugar debido. De manera que, para el hombre medieval, Dios es el eje de todo cuanto existe. Podría decirse que la cosmovisión, las ideas, los valores y las actividades de los medievales fueron expresiones de la intensa fe cristiana. Pico della Mirandola intenta recuperar la dignidad del hombre pero para volcarlo hacia Dios, lo cual significa que su misticismo deriva mediatamente de la Edad Media. Abre dimensiones humanas que tocan lo divino, se proyecta a la suma trascendencia, va más allá del conocimiento racional; intuye, a través de la fe, que el hombre puede llegar a dimensiones jamás vislumbradas por la razón; ve la esencia y la grandeza del hombre en la capacidad ilimitada de superación humana y espiritual, en lograr y fijar un puesto, una imagen trascendente por propia elección, pues gracias a la libertad está colocado en "el centro del mundo"; el hombre es el rey de las cosas inferiores y cuenta con la suficiente
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