Que poema es bueno para una obra de teatro
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Alejandro Cruz
Alejandro Cruz
LA NACION
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En algún momento, en algunos de los tantos encuentros que tienen lugar en Casa Brandon, el poeta y editor Mariano Blatt leyó su poema "Todo piola", el encuentro de dos amigos de barrio en una esquina de barrio en código de barrio. En algún otro momento, alguien lo subió a YouTube.
En otros momentos previos, otros dos amigos de otros barrios, Gustavo Tarrío y Eddy García, estaban trabajando sobre algunos otros poemas de Blatt hasta que dieron con "Todo piola". El diálogo (o monólogo dialogado) entre esos dos pibes de barrio -con frases cortas, enumeraciones diversas, cigarros y gestos entrecortados que saltan hacia largos viajes de la imaginación- fue tomando otras formas. García y Tarrío sumaron otros dos poemas de Mariano y se animaron a escribir microrrelatos en la misma línea del autor. "La cosa fluyó", apunta Tarrío.
En la búsqueda se sumaron otros amigos. Entre ellos, Guadalupe Othegu, quien, a pedido, compuso canciones (o "puntuaciones poéticas", dirán ellos) que se articulaban con momentos puramente coreográficos. A ese proceso se agregó la performer Carla Di Grazia,
En un momento de esta semana ellos mandan las siguientes líneas como material de prensa. Dicen: "Todo piola iba a ser una obra de teatro de acción y romance e iba a tener listas de cosas para hacer juntos en la escena y en la vida, pronunciadas en medio de un arrebato de amor. En alguna etapa de este proceso tenían que contarle a Mariano Blatt que estaban trabajando con sus poemas, a los que se habían tomado la libertad de parafrasear. Finalmente, Blatt se presentó una mañana en el Teatro del Abasto. Vio un ensayo y a partir de ese instante la obra empezó a llamarse con el nombre de su poema".
El título de poema ahora opera de título de la obra de teatro que se estrena hoy. La dirige Gustavo Tarrío, uno de los realizadores más personales de la escena. Es un creador de mundos fantásticos que trabaja el cruce de lenguajes; lo musical, lo audiovisual, lo coreográfico y lo verbal son las herramientas fundantes de un código de enorme libertad expresiva. Lo demostró en Decidí canción y en Una canción coreana. Hay más, pero las enumeraciones cansan.
Esta vez, en escena están Eddy García (viene de hacer Perro, mujer, hombre) y Carla Di Grazia (la desbocada de Todo o ninguno, de Pablo Rotemberg). Y, claro, las canciones de Guadalupe, y el trabajo de arte de Agnese Lozupone (el que iluminó, en todos los sentidos del término, el espacio de Villa Argüello), el vestuario de Cristian Bonaudi (aquel que Tarrío transformó en protagonista del bello documental, Foto Bonaudi) y de Ana Press (la misma que hizo el vestuario de Afuera y Kuala Lumpur, otras dos obras de Tarrío), y el diseño coreográfico de Virginia Leanza.
Desde esta noche, los datos ya no son imprecisos. Todo piola irá en el Teatro del Abasto, aquella misma sala que visitó Mariano Blatt. Esa tarde de diciembre llegó al Abasto subestimando un poco la cosa, como bajándoles el perfil a esos desconocidos que lo habían llamado para contarles todo esto. A partir de esa charla él decidió tomar distancia para no entrometerse, para dejarlos hacer. Mientras tanto, los googleó y se dio cuenta de que eran gente de talento, de reconocimiento y de todas esas cuestiones.
Pero en nada de eso pensó aquella tarde después de ver el ensayo. En ese momento, las sensaciones fueron otras. "Fue una sorpresa total. Me emocionó. Escuchar en un momento de la obra que aparecían textos míos fue raro. Piel de gallina", recuerda ahora. O "piel de pollito", como dice uno de los amigos piola al otro amigo piola de Todo piola.
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