¿Que poderes adquiere la oligarquía y como era su relación con el pueblo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Nuestra historia, entendida como una mirada retrospectiva comunitaria a través del tiempo, está construida sobre la memoria y el olvido colectivo. Mientras la memoria, cohesiona y le da linealidad, el olvido escinde, divide y establece rupturas. Augé (1998), reconoce tres formas de olvido, que se expresan en las figuras del retorno, el suspenso y el comienzo. Retornar –la primera de las formas de olvido- se define en este contexto, como la recuperación del pasado más antiguo y el olvido del presente. Suspender –la segunda forma- se desplaza a través del olvido hacia el futuro, aislando memorias, confinando recuerdos, para transitar por sobre ellos en el tiempo. Por último, el comienzo, olvida el pasado, fundando un futuro cimentado sobre el presente. Desde la figura del suspenso, el ejercicio del olvido ha sido ejercido en Chile, acallando un pasado que emerge en el recuerdo y como un trauma social, se manifiesta arraigado en los sentidos colectivos, lo identitario y lo propiamente latinoamericano. Episodios traumáticos, efecto de gobiernos autoritarios, surgen en el recuerdo iterativamente, hasta convertirse en un leitmotiv, del arte, la literatura y el espacio comunicacional, integrándose a nuestro imaginario social como un componente fundamental de nuestro latinoamericanismo.
2Ningún continente parece estar tan cohesionado históricamente como el nuestro, en el que cada periodo histórico, es la réplica o el anticipo del país vecino. Las dictaduras militares, herederas del sistema oligárquico, agregan una particularidad difícil de explicar en la historia americana, pero que a todos nos resulta altamente significativo y que permite entenderlas como consecuencia de un derrotero común, o una determinada forma de habitar el continente. A pesar de ser factible identificar ciertos periodos cronológicos de convergencia histórica, no es la intención de este ensayo examinar un periodo decenal determinado, sino exponer ciertos fenómenos comunes de la región, efecto de una determinada forma que adquiere el ejercicio gubernamental en este espacio. Para ello es apropiado pensar un criterio de temporalización indiferente a la cronología, considerando que cada época tiene acontecimientos que le son propios, que son los que guían esta reflexión, y que le dan coherencia, más allá de los auxiliares cronológicos de clasificación (Kosellec, 1998). El propósito de este ensayo es reconocer algunas características que son propias de la oligarquía y las dictaduras latinoamericanas para explicar la unicidad del fenómeno histórico y posteriormente identificar su emergencia como expresión del trauma social, en la forma de un leitmotiv del arte y otras manifestaciones culturales, pero que para efectos de este trabajo, remitiremos a la literatura americana. Hablaremos de “oligarquías” y “dictaduras militares” unificadas en una sola descripción que se adapta a todas las prácticas del continente, que más allá de una experiencia política, son también económica, ideológica y social, conformando una sensibilidad común a toda América Latina, cuyo análisis nos entrega un recurso más para la comprensión de nuestra identidad.
De la oligarquía a la dictadura
3Un determinante de los regímenes militares es la idea de jerarquía social, herencia ideológica y económica de la clase social oligárquica. En los primeros pasos de los estados independientes de América latina, se establece un nuevo grupo de dominio entre los emergentes comerciantes, mineros, hacendados y cafetaleros, con sus respectivas consecuencias. La Oligarquía tuvo un extenso periodo de desarrollo y predominio en el que primeramente capturaron el poder económico con la explotación de recursos y la consiguiente acumulación de capital entre familias, para posteriormente conquistar el poder del estado. De esta manera, la capacidad de decisión se concentraba en un grupo social reducido, vinculado familiarmente. En los relatos historiográficos del periodo de modernización figuran dinastías como la de Melendez-Quiñones, cafetaleros de El Salvador; los Cousiño, carboníferos en Chile; los Gildemeister, salitreros en Perú; los Santamarina, terratenientes en Argentina, y otras familias enriquecidas efecto de la activación del comercio exterior con la sociedad europea de la era industrial, que junto al protagonismo económico erigen un poder simbólico detentado a través de una determinada forma de vida, basada en el lujo y la arrogancia, que los caracterizó como referentes sociales.
Vigilar
Editar
La oligarquía, (del griego ὀλιγαρχία (oligarchía); derivado de ὀλίγος (olígos), qué significa "pocos", y ἄρχω (archo), que significa "regular o comandar")[1][2][3] en la ciencia política es una forma de gobierno en la que el poder político está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social. Los escritores políticos de la Antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia (etimológicamente, gobierno de los mejores). Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan por mérito propio, esta definición muy cercana a la de monarquía y más todavía a la de nobleza.