Historia, pregunta formulada por micaelita2021, hace 5 meses

¿Que paso en las monarquias europeas?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por dazavargaskaterine
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Respuesta:

Europa entra en el nuestro bajo monarquías cuyo arraigo popular es indudable, así la inglesa, la alemana y la italiana, o cuya pervivencia, pese a la existencia de movimientos hostiles a ellas, los nacionalismos balcánicos y el checo en el caso de la austro-húngara, el marxismo y el nihilismo en el de la rusa, todavía parece empresa hacedera. Pronto cambiarán las cosas. El resultado de la primera guerra mundial derriba, sin duda, para siempre, las monarquías alemana, austrohúngara y rusa; proceso que radicalizará la segunda guerra mundial, cuyo término hace caer el trono en Italia, en Yugoslavia, en Rumania, en Bulgaria y -tras diversas vicisitudes- en Grecia. Después de 1945, sólo en Inglaterra, en Bélgica y Holanda y en los países escandinavos perdura indemne el régimen monárquico. Y puesto que en los seis casos se trata de sociedades pertenecientes a la vanguardia del desarrollo intelectual, social y técnico, no de pueblos sumidos en el arcaísmo, no será inoportuno en esta España formularse la siguiente interrogación: ¿Por qué la monarquía, que durante varias centurias fue vista como institución de derecho divino, ha conservado en esos países su vigencia? Con otras palabras: ¿Por qué en ellos no ha caído y sí en los que anteriormente mencioné?Mi respuesta dice así: se han hundido los tronos cuyos titulares promovieron o aceptaron guerras nacionales que terminaron con la derrota total del país en cuestión; han perdurado los que, además de haberse visto libres de dicho evento, supieron incorporar a su Estado, y por tanto a su Gobierno, todas las grandes mutaciones históricas .

LAS MONARQUÍAS EUROPEAS

(Viene de página 7)tra sociedad se ha opuesto abierta o taimadamente a la modernización intelectual, política y social de España y que en consecuencia sería injusto cargar sobre la monarquía toda la culpa del retraso y la distorsión de tal empresa. Nadie podrá negar, sin embargo, que hasta 1931 nuestros monarcas se hallaron mucho más cerca de la «aristocracia» que del «pueblo», entendidas ambas palabras en su más tópico sentido. Y si a esto se añade la deficiente y reticente actitud del régimen monárquico ante el hecho de las autonomías regionales, se comprenderá sin esfuerzo que, tras la mal resuelta aventura dictatorial, la república fuese clamorosamente proclamada en nuestras ciudades.

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