Historia, pregunta formulada por alizkawaiiz, hace 1 año

¿que papel tomo el estado durante los gobiernos populistas?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por imuza
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Respuesta:

La crisis del Estado populista que se manifiesta en la incapacidad para contener

institucionalmente la participación de los sectores populares, estimulada por la crisis del capitalismo, ha

fortalecido las tendencias de la forma de Estado contrarrevolucionario, presente desde los años cincuenta

y vencer a los sectores populares. En ese sentido, los regimenes en

cuya intención es contener, desarticular

militares y la democracia “limitada”, son parte del mismo proyecto contrainsurgente, cuya finalidad es

impedir la formación de organizaciones sociales y políticas demorcráticas y, por ende, articuladoras de

demandas y constructuras de la unidad de los dominados y explotados. En los regimenes denominados de

democracia “limitada” es contruido un nuevo andamiaje, es decir, nuevos partidos político y una nueva

ciudadanía diferente a la conocida en la segunda mitad del siglo pasado en los clásicos Estados de bienestar

social Los nuevos regimens políticos, que pueden ser dictaduras militares o democracias “limitadas”,

escinden el mundo de lo privado –el de las demandas sociales- del mundo política –el de la participación

ciudadana- para así no alterar la estructura y funciones del Estado contrarrevolucionario en la obtención de

mayores ganancias para el capital. En este escenario, las ONGs son fomentadas, principalmente, por

organismos financieros internacionales, como parte del proyecto de desarticulación de las identidades

colectivas de los de abajo, que las convierte en el brazo ejecutor del Estado en la sociedad.

se han venido instrumentando desde la década de los setentas a la fecha; para el análisis formalista, por

ejemplo, el estudio de las reformas del Estado lo reduce al tiempo en que dan inicio y a los ritmos en que

han sido llevadas las reformas en los diferentes países, dejando fuera las causas, sujetos y efectos sociales de

su aplicación.

Con base en ello es construida una clasificación de países que toma como criterio el momento en

que cada uno inicia las reformas económicas y políticas, por ende, se habla de: países pioneros o

reformadores, reformistas de la segunda oleada, reformadores tardíos o reformadores de la tercera oleada y

no reformista. (Edwards, 1997:18-19) La visión que el formalismo tiene del proceso histórico es

homogéneo y lineal, resultado de un proceso natural producto de la razón que avanza siempre en sentido

positivo, con un puerto único de desembarco: el desarrollo “pleno” del capitalismo, etapa que sería la fase

final de la historia. Es una concepción homogénea por su visión de totalidad expresiva, es decir, considera

que todos los niveles de la realidad –mundial, nacional, regional y local- deben ser expresión simple de lo

que acontece a nivel mundial.

En ese sentido el enfoque es eminentemente a-histórico al hacer a un lado situaciones concretas

que permitan entender cuándo y cómo otros países alcanzaron su pleno desarrollo y por qué otros no lo

logran, y si lo hicieron, porqué fue tardío. Al perder de vista que el capitalismo ha conformado una historia

mundial, -compleja, jerárquica y articulada- que se recrea en lo nacional obteniendo características propias,

deja entonces de comprender que el atraso de las fuerzas productivas en los denominados países

dependientes, es una particularidad de tipo estructural en que se expresa el capitalismo y no una fase

temporal que podría ser superada.

Al final de cuentas, el planteamiento formalista cae en un economicismo cuyas leyes “naturales” –

captadas únicamente por la “recta” razón, a decir de los liberales- guían el destino de los países por lo que

no hay alternativa alguna, sino fatalidad y meta infalible. El resto de las estructuras –política e ideológicadeben caminar, como universos diferentes, a la par de los requerimientos de las leyes “naturales” que

residen en lo económico, lo que hace que este enfoque tenga una visión fragmentada y lineal de la realidad

social.

Por eso, la distinción de tipo metodológica entre el Estado, régimen político y mercado la convierte

en una de tipo orgánica. A cada unos de estos niveles corresponde, por lo tanto, actores diferentes con

funciones distintas, sin un eje ordenador. Todos actuando con la “responsabilidad” que reclama el uso de la

“razón”, que no es otra que la de los intereses del capital convertidos en leyes naturales. Bajo este marco

teórico no es dable periodizar los fenómenos políticos e ideológicos a partir de rastrear los cambios que

vienen desarrollándose en lo más profundo del espesor social, por ende, desde la estructura, en virtud de que al

excluir a esta última del análisis impide conocer el condicionamiento a la dimensión superficial

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