Qué países fueron afectados en la crisis de los 80
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En nuestros días, la deuda externa se ha convertido en un grave obstáculo para el desarrollo humano de los países más pobres del mundo, que deben utilizar sus escasos recursos para devolver los préstamos, en lugar de invertir en el bienestar de su población. La desigualdad entre el Norte y el Sur cada día se hace más escandalosa. La gravedad de la crisis actual, generada por la deuda externa, unida a la oportunidad que ha representado la llegada de un nuevo milenio, ha llevado a ciudadanos de diversos credos, opiniones e ideologías, a unir sus energías para buscar conjuntamente soluciones a una situación que impide a mil millones de seres humanos salir del túnel del hambre y la pobreza.
El sobreendeudamiento es un mecanismo de explotación, que subordina a los países periféricos a una hemorragia permanente de sus capitales y recursos naturales; por tanto, la deuda externa cumple el rol de apropiación de los excedentes de nuestros países por la vía financiera.
Desde mediados de la década del setenta América Latina se convirtió en exportador neto de capitales. Fenómeno más grave aún si lo analizamos en relación con el intercambio desigual y los flujos de repatriación de ganancias de las empresas transnacionales.
Los esquemas de capitalización de la deuda, el pago de intereses sobre intereses y el crónico déficit comercial de América Latina, nos demuestran que además de ser reembolsada con creces, genera el círculo vicioso del "cuanto más se paga, más debe" y someten a los gobiernos deudores a ser sumisos frente a los requisitos de los acreedores.
Las políticas de ajuste estructural impulsadas por el FMI de compresión de los gastos sociales, tienen un solo motivo: garantizar el pago de intereses, lo que provoca el deterioro insostenible de las economías latinoamericanas y de las condiciones de vida de nuestros pueblos.
Aparte del impacto en las cargas de la deuda y su crecimiento, los organismos internacionales y los países industrializados han favorecido intrínsecamente a elites locales en perjuicio de los trabajadores que han cargado con el peso del mayor ajuste, a través del deterioro del salario real, el desempleo y la exclusión social.
Durante los últimos cincuenta años del siglo ** América Latina ha sufrido un proceso de desarrollo en condiciones extremadamente exigentes. Sin analizar otros problemas críticos de América Latina, el crecimiento acelerado de la deuda externa, que aumentó la gran deuda social existente, bloqueo toda posibilidad de desarrollo y de lucha efectiva contra la pobreza y la exclusión social.
La deuda externa en este período se duplicaba cada cinco años aproximadamente. La danza macabra comienza entre 1974 y 1975 con la ofensiva prestamista de petrodólares, cuando, en un solo año, más que se duplica la deuda latinoamericana. En efecto, de los 36.600 millones de dólares de 1974 se pasa, apenas 365 días después, a 65.202 millones de dólares. La duplicación se produce ahora en un solo año. Aunque este ritmo disminuye algo después, la curva ascendente no ha parado hasta hoy.
En 1982, México, Argentina y en cierta medida Brasil estaban en situación de cesación de pagos. El comienzo de la administración Reagan, con su emisión de los bonos Brady, temporalmente trajo estabilidad, pero México, en especial, osciló al borde de la bancarrota en 1992 y de nuevo en 1994. Al año siguiente los obispos católicos de América Latina convocaron a una Conferencia Episcopal en ciudad de México. Deploraron la deuda externa, pidieron una cancelación o moratoria y afirmaron que las naciones de América Latina entre 1980 y 1990, ¡habían pagado intereses de 418.000 millones de dólares sobre préstamos originales que totalizaban 80.000 millones de dólares!. Hasta que a fines del 2001 Argentina se vio obligada a anunciar el default
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Entre 1982 y 1984 el PIB de la región se estancó, la inversión fija se redujo en cerca de 5 por ciento de la producción anual latinoamericana y el déficit regional en la cuenta corriente pasó de 3.7 por ciento del PIB en 1978-1981, a 2.1 por ciento. Se trataba del inicio de la crisis económica de los ochenta.
Particularmente fueron notorios los casos en los cuales estos ingresos se generaron como producto de ahorro y privatización en Argentina, Colombia, Costa Rica y Chile; en impuestos indirectos en el petróleo en Ecuador; en contribuciones de la seguridad social en Argentina y Uruguay; así como en aumentos de ciertas .
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